Justicia poética en Somalia

Leo que, ante la insistencia de los periodistas occidentales por entrevistar a piratas somalíes, el último terror de Occidente, un grupo de keniatas, etíopes y algún somalí (que me imagino que aportaba un toque de autenticidad), gente con grandes penurias económicas pero dotada de inventiva y agallas, decidieron hacerse pasar por piratas. Con gran éxito, cobrando por las entrevistas jugosas sumas, claro está, y haciendo caja mientras los “periodistas de investigación” hacían cola para hablar con ellos.

Y no se trata de medios de tres al cuarto: entre los estafados se encuentran, por lo que ha salido a relucir hasta el momento, una cadena televisiva danesa y el mismísimo Time.

No me digan que no se les ha dibujado una sonrisa en la cara. Imaginar a esos charlatanes occidentales siendo timados le recuerdan a uno que la justicia aún no ha desaparecido del todo de la faz de la Tierra y que la picaresca es a menudo la forma de poner en evidencia a tanto pedante. Me venía a la cabeza los periodistas destinados en África en las novelas de Evelyn Waugh, la cuadrilla de Rufufú o la de Atraco a las tres, sólo que en esta ocasión eran reales.

La próxima vez que le vendan una exclusiva con los malos malísimos vaya con cuidado, igual son ejemplares padres de familia pasando un buen rato a costa de tanto tonto como corre por el mundo y solucionando de paso su economía doméstica.