La cárcel no es tan mala

La cárcel no es tan mala

Acaba de aparecer en Francia un libro interesante (Quand la justice crée l’insécurité, Xavier Bébin, Fayard) sobre cuestiones de legislación penal. Que básicamente desmiente con datos la mayor parte de los presupuestos en los que la moderna praxis penal se basa.

 

Bébin sostiene que existe toda una serie de mitos, todos muy progres, que no se sostienen: la cárcel como una “escuela de crimen”, la pobreza como causa de la criminalidad, la eficacia de ciertas medidas de reinserción… Todo “verdades indiscutibles” para nuestro discurso políticamente correcto y que condicionan las leyes, las sentencias y el modo de abordar la criminalidad.

 

Pues bien, los datos que da Bébin no cesan de contradecir esas hipótesis sobre las que hemos construido nuestro mundo en materia judicial. Por ejemplo, en contra de la opinión extendida de que un delincuente sexual no tiene porqué recaer en su delito una vez libre, lo cierto es, estadísticas en mano, que lo hace como media en un 25% de los casos. No está mal.

 

Otra idea desmentida por los hechos: la de que la cárcel es una escuela de criminalidad y que, en consecuencia, es mejor que los pequeños delincuentes no estén mucho tiempo en ella. Bébin explica que, con la puesta en libertad de 5.000 pequeños delincuentes condenados a penas cortas como consecuencia de la amnistía promulgada por el entonces ministro de justicia francés, Robert Badinter, en 1981, la criminalidad aumentó en un 20%, y no sólo en lo que atañe a delitos menores: los homicidios crecieron un 15% y las violaciones un 13%.

 

Por el contrario, durante los años 80 los Estados Unidos optaron por mayores penas de cárcel y menores reducciones de las mismas. Si la cárcel hubiera sido una escuela de criminalidad, ésta debería haber crecido al cabo de unos años, al recobrar la libertad esos delincuentes ahora expertos y resabiados. Pero ocurrió lo contrario: los homicidios cayeron a la mitad al cabo de 20 años.

 

Peter Meyer, un periodista norteamericano especializado en educación, acaba de escribir que “como periodista veterano siempre había creído que los hechos importaban. Fue así hasta que me metí en cuestiones de política educativa“. Otro tanto podría decirse al meterse en cuestiones de política penal.

 

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