Mi no comprender

Mi no comprender

El pasado fin de semana Le Figaro publicaba una entrevista al médico pionero de la fecundación in vitro en Francia a propósito del proyecto de ley que abriría la puerta a poder experimentar legalmente con embriones. El tal René Frydman, que sostiene que el embrión no es una persona, argumenta que la consideración del embrión como ser humano ha variado en el tiempo y por tanto nada se puede afirmar con total certeza. Para ello no duda en recurrir a que santo Tomás sostenía que el alma no se infundía hasta el día 40 después de la fecundación.

Confieso que me sentí desolado. ¿De verdad no tiene ningún argumento mejor para justificar la fortuna que ya ha hecho y que prevé hacer a costa de matar miles de embriones?

Tenemos que tragarnos sin cesar aquello de que la ciencia ha avanzado un montón y que ya no podemos sostener lo que se afirmaba cuando ésta estaba en pañales… pero para defender que el embrión no es una persona recurrimos a un filósofo del siglo XIII. ¿Es que no vale para nada lo que la ciencia nos dice sobre un ADN único e irrepetible que individualiza a ese embrión y en el que ya se encuentra su desarrollo posterior (y que, por supuesto santo Tomás desconocía)? ¿Se imaginan a alguien sosteniendo que no se puede afirmar que la Tierra gire alrededor del Sol porque hay distintas opiniones, tal y como lo prueba el hecho de que Tycho Brahe, en el siglo XVI, afirmaba que la Tierra permanece estática en el centro del universo? ¿O que no está claro que un esclavo sea persona porque ha habido opiniones contrarias, incluso de grandes filósofos de la Antigüedad, y que por tanto el tema no está claro?

Esto pensaba el pasado fin de semana, transcurrido en el Sur de Francia. De vuelta a España, la cosa no mejoró.

Me encontré con que lo publicado por Pedro J. en El Mundo, que hace unos meses, cuando trataba de CiU, eran patrañas sin excepción, ahora son verdades indiscutibles; que hay gente que se manifiesta en mi ciudad contra la corrupción en el PP pero mira para otro lado cuando el juez del caso Palau concluye que Convergencia se lucró con casi cinco millones de euros del expolio al Palau de la Música; que cuando un obispo o religioso opinan sobre lo que sea son acusados de querer imponer sus criterios a la sociedad, pero cuando la que sale es una monja como la Forcades que defiende consignas izquierdistas y separatistas, entonces es una mujer comprometida (¿se imaginan lo que dirían algunos de una monja que viviera del agitprop pero que fuera de extrema derecha?).

Pues eso, que cada vez entiendo menos cosas. Pensaba que uno podía equivocarse, pero que al menos mantendría su coherencia en el error. Pero no, lo que veo es la incoherencia más absoluta: o Pedro J. es fiable o es un manipulador, o la corrupción es una lacra venga de donde venga, o es un pecadillo sin importancia, o los religiosos están en su derecho de opinar en público sobre cuestiones políticas o deberían callar sobre las mismas. Elijan ustedes lo que más les guste (luego ya discutiremos sobre su acierto), pero no cambien cada dos por tres en función de si les caen bien o mal los afectados. En caso contrario, no vale la pena ni discutir ni argumentar.

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