Vergüenza en Lampedusa

Vergüenza en Lampedusa

Iba a escribir sobre el asunto de la tragedia de la muerte de más de trescientas personas que se dirigían a Italia para entrar ilegalmente en el país. El hecho es tremendo y lo que vamos sabiendo del mismo lo hace aún más estremecedor. Vergüenza ha dicho el Papa, y con mucha razón. Sólo que muchos no se atreven a denunciar a los responsables directos de tanta muerte y desolación. Iba a escribirlo, pero Alejo Vidal Quadras se me ha adelantado. Reproduzco un pasaje de su artículo “Vergüenza, ¿de quién?“, que refleja lo que pienso al respecto:

“Ahora bien, en este coro airado que se ha alzado tras esta hecatombe marina, nadie ha señalado con dedo acusador a los traficantes de seres humanos que tratan a su mercancía como ganado prescindible y les someten a condiciones de viaje insoportables, ni a los sátrapas corruptos y sanguinarios de África que condenan a sus ciudadanos al hambre y al analfabetismo mientras acumulan obscenas fortunas en bancos suizos, ni a los gobernantes de los países ribereños desde los que parten las pateras, que apenas hacen nada para impedir el trasiego de futuras víctimas de las olas ni tampoco a los policías costeros que en Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y Egipto sacan un buen rendimiento de hacer la vista gorda respecto a los desmanes de los que negocian con la miseria y la ignorancia. Si en la embarcación que se ha hundido en llamas a media milla de Lampedusa hubiera habido cien pasajeros en vez de quinientos, si esos cien hubieran sabido que encender una manta en una cubierta sucia de petróleo era un suicidio, si el patrón del paquebote lo hubiera mantenido en condiciones, si los que huían de la guerra, la sequía y la enfermedad hubieran disfrutado de instituciones eficaces y de responsables públicos honrados y competentes en su país, entonces no hubieran sido engullidos por las aguas. Por tanto, vergüenza sí, pero ¿de quién?”

Añado: también de Italia y de la Unión Europea. De Italia por haber aprobado una norma en la que se sanciona la ayuda a náufragos en alta mar. De la Unión Europea por ser capaz de regular mil cosas y ser incapaz de conseguir una política común sensata en esta gravísima cuestión.

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