Todo el mundo lo hace: ¿por qué el divorcio es contagioso?

Ésta es la conclusión de un nuevo estudio que acaban de publicar Rose McDermott, de Brown University, James H. Fowler, de la UC San Diego Division of Social Sciences y Nicholas A. Christakis, de la Harvard Medical School – Department of Health Care Policy.

Si hasta ahora había prevalecido la idea de que el divorcio es un problema de las dos personas que se divorcian y que no afectaba a nadie más, este estudio demuestra que el divorcio funciona como una enfermedad contagiosa que “se extiende por todo el tejido social, afectando a amigos de más de dos grados”. “Si un amigo se divorcia, los participantes en el estudio tenían un 75% más de probabilidad de divorciarse, mientras que el porcentaje era de una mayor probabilidad del 33% en el caso de que quien se divorcie sea el amigo de un amigo”.

Y eso dejando aparte el efecto estudiadísimo sobre los hijos del matrimonio que se rompe.

Las causas son varias: desde el efecto mimético (Christakis argumenta que la gente acostumbra a elegir aquello que sus amigos eligen) hasta el mayor número de personas divorciadas en busca de iniciar una nueva relación aún a costa de romper otro matrimonio.

Las conclusiones también son variadas: desde darse cuenta del enorme impacto social del divorcio, que afecta a ámbitos que creíamos a salvo del mismo, hasta la importancia que, en consecuencia, tiene la política y las leyes sobre nuestro comportamiento, en un sentido o en otro.

Y también una buena noticia: el estudio concluye también que los matrimonios duraderos también son contagiosos y que la probabilidad de ruptura cuando los matrimonios en el entorno de uno son sólidos es mucho más baja que la media.