Papá cerdo, mamá mona: una pareja explosiva
Darwin, equivocado o acertado, aún era deudor de una mentalidad en la que el rigor científico era valorado. Luego vinieron evolucionistas, darwinistas y neodarwinistas de todo tipo, usando cada vez con mayor frecuencia dos tipos de lenguaje y argumentación: una, más dubitativa y prudente, para el entorno académico, otra, que se ha convertido en una religión laica, crecientemente dogmática para las masas. Pero ahora entramos en una nueva etapa.
El artífice de este salto en el conocimiento es Eugene McCarthy, genetista fundador de MacroEvolution.net y doctor por la Universidad de Georgia, donde ha trabajado como investigador.
Resulta que McCarthy ha publicado un artículo titulado “Human Origins: Are we hybrids?” (Orígenes Humanos: ¿somos híbridos?) en el que sugiere que los humanos evolucionamos después de que una chimpancé hembra se apareara con un cerdo. Sí, han leído bien, y aunque la cosa da para hacer unos cuantos chistes, voy a reprimir mi sarcasmo y me voy a atener a los hechos.
La argumentación se antoja definitiva:
“Creemos que los humanos están relacionados con los chimpancés porque lo humanos compartimos numerosos rasgos con los chimpancés – escribe McCarthy -. ¿No es racional también suponer que, si los cerdos poseen todos los rasgos que distinguen a los humanos de otros primates, entonces los humanos están también relacionados con los cerdos?”.
Bueno, esto debe ser la ciencia evolucionista que va a guiarnos hacia un futuro libre de prejuicios religiosos. No se ustedes, pero a mí, a pesar de que a veces mis hijas, a la hora de comer, parecen dar la razón a McCarthy, no me acaba de cuadrar eso de papa cerdito y mama monita. Yo, desde luego, me quedo con Adán y Eva; al menos podré seguir comiendo jamón sin tener la sensación de que me estoy comiendo al abuelo (lo confieso, he caído en la tentación chistosa, pero es que, ante este nuevo giro del evolucionismo, ¿quién puede resistirse?).
