La barbarie de la virtud: acierto y estupor con las Europeas de fondo

La barbarie de la virtud: acierto y estupor con las Europeas de fondo

Leo una interesante editorial en PaginasDigital.esen el que se hace referencia a un reciente libro publicado por Luis Gonzalo Díez en Galaxia Gutemberg y titulado “La barbarie de la virtud”. Algunos de los comentarios me parecen clave para comprender el mundo en el que vivimos. Por ejemplo, la siguiente constatación: “La cultura política de los dos últimos siglos refleja el desconcierto del hombre contemporáneo. No es la política la madre de la perplejidad sino su hija. En los proyectos públicos desaguan la insatisfacción y la desorientación que llevamos dentro.”
Más adelante, el siguiente comentario me parece que resume una de las grandes tentaciones, letales, de nuestro tiempo: “La bondad se torna vandalismo cuando se exige en su nivel máximo al Estado y a las instituciones. Lo inalcanzable, en este caso, tiene que ser procurado por la res publica. Así es como nacen las revoluciones violentas. De esta matriz surge el jacobinismo, el nacionalismo y una larga lista de ismos.”
No otra cosa escribió Russell Kirk cuando sintetizó en 10 principios su visión de la mentalidad conservadora. Allí dejó escrito lo siguiente: “No podemos hacer de la tierra un cielo, aunque sí podemos convertirla en un infierno. Todos nosotros somos criaturas, mezcla de bien y mal, y, si descuidamos las buenas instituciones e ignoramos los antiguos principios morales, lo malo en nosotros tiende a predominar. Por lo tanto, el conservador sospecha de todos los proyectos utópicos. No cree que, por el poder de la ley positiva, podemos resolver todos los problemas de la humanidad. Podemos esperar hacer nuestro mundo tolerable, pero no perfecto. El progreso solo se alcanza a través del prudente reconocimiento de las limitaciones de la naturaleza humana.”
Llegados aquí, la editorial pasa a abordar las próximas elecciones europeas y se vuelve a producir un fenómeno que me provoca cierta perplejidad y que sucede con relativa frecuencia. Tras un planteamiento impecable y certero, a la hora de pasar del análisis general a sus consecuencias para el momento actual se toman unos derroteros chocantes. Uno tiene la sensación de que en algún momento nos hemos salido, inadvertidamente, de la segura carretera por la que circulábamos para encontrarnos en un camino de tierra que nos lleva a un despeñadero.
El lector da marcha atrás y revisa lo leído, en busca del desvío tomado que nos ha llevad al error. Que cada cual lo busque, a mí, por ejemplo, me ha chirriado el siguiente párrafo: “Cuando cierta cultura es minoritaria no puede pretender que las instituciones reflejen necesariamente lo que le es propio. Si Europa interesa es para que garantice la paz y la libertad. El resto habrá que explicarlo y proponerlo, partiendo casi de cero.” ¿La paz y la libertad? ¿De veras la UE garantiza la paz o es más bien una de las amenazas más claras para la misma? ¿Es lo mismo exigir que se refleja nuestra cultura que pedir que ésta no sea agredida?
Y así llegamos a la conclusión. Se admite el desencanto de muchos con el centroderecha, que el editorialista comparte. Y se insta a un modo de actuar al respecto: “Para castigar al centroderecha siempre será preferible votar a la otra tradición que ha fraguado Europa. No abstenerse o dejarse llevar por los cantos de sirena de los advenedizos.”

Los ojos como platos. Porque si no me engaño, la otra tradición es la socialista. ¿Pide PaginasDigital.es el voto para Elena Valenciano, eso sí, a modo de rabieta y desde su exquisitez intelectual? Que alguien me diga que lo he leído mal, que no he entendido algún matiz, lo que sea, por favor. No puede ser que la toma de conciencia de esa barbarie de la virtud nos lleve a votar a Valenciano y compañía.

 

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