Chile: las primeras medidas de Bachelet.

Acabado el mandato de Sebastián Piñera, las elecciones presidenciales chilenas han llevado al poder a la socialista Bachelet. Tras cinco años marcados por el desarrollo económico, la agitación social y la incapacidad del gobierno de centroderecha para disputar la hegemonía cultural a la izquierda marxistizante, los chilenos han elegido a la candidata de la coalición Nueva Mayoría, formada por el Partido Socialista, el Partido Demócrata Cristiano, el Partido por la Democracia, el Partido Radical Socialdemócrata, el Partido Comunista y otros grupos de izquierdas como la Izquierda Ciudadana y el Movimiento Amplio Social.

Las primeras medidas de Bachelet son suficientemente significativas de los caminos por los que parece querer llevar a Chile y, al mismo tiempo, suponen un buen ejemplo de las políticas que impulsan los socialistas del siglo XXI cuando acceden al poder. Nos fijaremos en tres medidas que afectan a cuestiones de calado.

En primer lugar, resulta curioso que una de las primeras medidas de la nueva presidente haya sido la derogación de una ley de defensa del consumidor que prohibía a los bancos subir comisiones sin comunicarlo previamente a los clientes. Una medida no tan sorprendente si tenemos en cuenta que Jorge Awad, presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras de Chile, ha contribuido generosamente a costear los gastos de la campaña presidencial de Bachelet.

En segundo lugar, el ataque a la educación no estatal bajo la consigna de la eliminación del lucro en el ámbito educativo. Se trata, en última instancia, de controlar la educación para poder imponer de este modo un determinado modelo educativo y social, impregnado de ideología igualitarista y de género. Nociones como libertad, respeto a las conciencias y derecho de los padres a decidir sobre el tipo de educación que recibirán sus hijos son ajenas al modelo socialista impulsado por Bachelet.

Por último, en tercer lugar, la decisión de despenalizar el aborto y abrir las puertas así al asesinato de miles de chilenos sacrificados en el altar de la permisividad sexual.

Favores inconfesables y corrupción económica, ataques a la libertad de educación y promoción de la cultura de la muerte a través del aborto: puntos clave de un programa que, por desgracia, conocemos demasiado bien. Eso sí, siempre con una sonrisa “zapateril” en los labios. Pobre Chile.

 

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