Obispos y Te Deums por la revolución

Obispos y Te Deums por la revolución

En su libro Histoire du Citoyen, Jean de Viguerie hace un repaso a los primeros pasos de la Revolución Francesa desde el punto de vista de la aparición de un nuevo tipo de hombre, a imagen y semejanza de la utopía roussoniana, que ha hecho “entrega absoluta de su persona a la generalidad”, como escribía Josep Saige en su Catéchisme du citoyen, aparecido en 1788.

Este nuevo personaje histórico tendrá un papel destacado en la Toma de la Bastilla y en los vergonzosos asesinatos que allí se llevaron a cabo. Los defensores que depusieron las armas son trasladados hasta el Hôtel de Ville de París para ser juzgados allí, pero la mayoría son masacrados durante el camino: “Los íbamos inmolando a cada poco”, explica tranquilamente uno de los presentes, un tal Dusaulx. Las atrocidades se extienden por todo París.

Hasta aquí Viguerie confirma algo que, aunque poco divulgado, era ya bien sabido. Pero me ha llamado la atención lo que explica que sucedió el día siguiente, el 15 de julio. Por una parte la Asamblea Nacional envía a cien de sus miembros a París para que felicitan a los insurgentes “prodigándoles las más tiernas palabras”, también según el testimonio de Dusaulx. Previsible.

Lo que me ha llamado poderosamente la atención es la reacción del arzobispo de París. ¿Advertencias ante la gravedad de los desmanes? ¿Censura de los asesinatos y la falta de seguridad jurídica? Explica Viguerie que ese mismo día el arzobispo de París, Mons. de Juigné,transido del mismo entusiasmo, invitó a los diputados, a los electores y a todos los ciudadanos a asistir en Notre Dame a la celebración de un Te Deum de acción de gracias. Durante la ceremonia el prelado fue coronado con laureles“.

Seguramente le parecía interpretar los signos de los tiempos y consideraba que la Iglesia, y sobre todo él, tenían que unirse al camino que el pueblo tomaba. Es muy probable que lo de los laureles le acabara de convencer de que estaba tomando el camino adecuado: ¿cómo oponerse a lo que ya era una realidad social?, ¿no era mejor asumir la realidad, limar aristas y acercarse al pueblo para que así le llegara mejor el mensaje del Evangelio? Menos de un año después la Constitución Civil del Clero y la persecución que se desató sobre la Iglesia le dieron una rápida respuesta. De hecho, Mons. De Juigné tuvo que salir por patas hacia el exilio, del que no regresaría hasta la firma del Concordato más de una década después.

Observando el comportamiento reciente de algún obispo uno no puede dejar de pensar en que ciertos vicios y actitudes se repiten una y otra vez.

Un Comentario

  1. Buenas tardes, hay algún autor que se pueda leer que explica a las claras en que consiste la nombrada “utopía roussoniana”

Escriba un Comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>