Dos anotaciones sobre el genocidio armenio

Dos anotaciones sobre el genocidio armenio

He tenido que estudiar de nuevo genocidio armenio para una charla que me encargaron. Viene bien volver sobre aquello que uno estudió hace años para recordar y descubrir algunos aspectos que quizás pasaron desapercibidos en un primer momento o que, sencillamente, se nos habían olvidado.

No voy a escribir aquí un artículo sobre el genocidio armenio en todos sus detalles, tan solo me limitaré a señalar dos aspectos que quizás no sean muy conocidos.

1)      Se suele explicar que el régimen de dhimmitud bajo el que vivían los cristianos dentro del Imperio otomano no estaba tan mal. Evidentemente, eso de no estar tan mal es relativo. Ciertamente, los cristianos no eran masacrados cotidianamente, pero la situación en que vivían era mucho peor de lo que habitualmente nos presentan los libros de historia. La dhimmitud no consistía solamente en que los cristianos tuvieran que pagar unos impuestos especiales. Hay mucho más. Empezando por la arbitrariedad: “bastaba una decisión unilateral de la autoridad islámica y el acuerdo podía suspenderse en cualquier momento e imponerse nuevos impuestos de forma arbitraria, o secuestrar a los jefes espirituales de los dhimmis [o sea, en este caso de los cristianos] y pedir rescate por ellos, o practicar el devşirme o «impuesto de sangre» (el reclutamiento y conversión forzosa de niños para integrarlos en las tropas musulmanas), que los sultanes del Imperio otomano practicaron durante tres siglos. El valor en tribunales musulmanes del testimonio de los dhimmis era inferior al de los súbditos musulmanes, al igual que la indemnización en los casos de venganzas de sangre. Las acusaciones de blasfemia contra los dhimmis eran habituales y el castigo era la muerte. Como los dhimmis no podían testificar en un tribunal para defenderse, debían obligatoriamente convertirse al Islam para salvar la vida. Además, existían leyes desiguales en las herencias, discriminaciones en el vestido, en el uso de animales o en ciertos oficios, entre otras, como la estricta prohibición a los dhimmis de tener servidores musulmanes”. No, no te matan, pero tu vida se puede convertir en un verdadero infierno.

2)      Otra cuestión interesante es la de la escalada que se produce entre las masacres hamidianas de finales del siglo XIX y el genocidio impulsado por los Jóvenes Turcos en 1915. Las masacres desatadas bajo el gobierno del sultán Abdul Hamid II fueron matanzas indiscriminadas y brutales, pero no sistemáticamente planificadas. El genocidio planificado en todos sus detalles es una aportación de los Jóvenes Turcos y su movimiento, Ittihad, Unión y Progreso. Estos Jóvenes Turcos eran nacionalistas, la mayoría formados en Francia, entusiastas de la Revolución Francesa y de los jacobinos, admiradores de las masacres perpetradas en la Vendée y en su gran mayoría masones. Se ha señalado que, cuando los armenios piden ayuda a la potencia mandataria, Francia, el primer ministro francés, Aristide Briand, también él masón, prefiere mirar hacia otra parte antes que enfrentarse a sus hermanos masones. Muy ejemplar. Y por cierto, resulta muy actual esta combinación de islamismo e ideas nacidas de la Revolución francesa, un cóctel que a tenor de lo que vamos sabiendo sobre los terroristas yihadistas que atentaron en París sigue hoy plenamente vigente.

Un Comentario

  1. Estimado Jorge, podrías poner algunas fuentes fiables de internet donde consultar o aprende algo más acerca del genocidio armenio, por Sudamérica de donde escribo se ignora casi en su totalidad el asunto.

    Gracias

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