El pueblo pardo: ellas ya han conseguido el igualitarismo perfecto

El pueblo pardo: ellas ya han conseguido el igualitarismo perfecto

Wenceslao Fernández Flórez publicó El bosque animado en 1943. Entre los relatos que componen esta genial obra me ha llamado poderosamente la atención el retrato que hace del igualitarismo en el episodio titulado El pueblo pardo.

Porque el igualitarismo que tan de moda está hoy en día en ciertos ambientes ya ha llegado a cotas de perfección sin igual en el reino de las moscas, ese pueblo pardo que los igualitaristas de hoy nos proponen como modelo. Fernández Flórez lo retrata con sentido del humor, pero al mismo tiempo con un lenguaje certero y profundo. Cuando afirma la mosca oradora que no hay otra autoridad que la que emana del pueblo, uno no puede dejar de reconocer en ellas a un portavoz de Podemos, la CUP o Junts pel Sí. Y la trilogía final, en la que la libertad ha sido sustituida por el terror, da en el clavo.

Les dejo con la mosca oradora ante miles de moscas, el pueblo pardo, que escuchan embelesadas sus zumbidos:

“No necesitamos el entendimiento para nada, y esa es nuestra supremacía; la inteligencia resulta peligrosa porque puede hacer que un individuo se sobreponga a los demás individuos o un pueblo a otros pueblos, no por la razón natural del número, sino por mañas nacidas en el interior de su cabeza. Entre nosotras no hay nadie que descuelle, nadie que se distinga ni en un punto de las demás; todas tenemos la misma presencia sencilla, la misma figura sin variantes, el mismo color que casi no es color, modesto, universal y significativo: el color pardo, que es el que conviene a nuestro pueblo. Pudiera decirse que nuestras alas, nuestras patas, todo cuanto nos forma, está fabricado en serie. Con esto nos evitó también la naturaleza los tremendos disgustos y las grandes preocupaciones que padecen los animales que se diferencian entre sí, que son -con leves excepciones- todos los demás. En el pueblo pardo, los padres no conocen a sus hijos ni los hijos a sus padres, y si fuese posible que una mosca se enamorarse de otra mosca, al separarse de ella – lo que ocurre bien rápidamente- no la volvería a conocer. ¿Qué significa esto? Esto significa algo de enorme trascendencia: significa, compañeras, que hemos realizado completa, perfectamente, la igualdad y la fraternidad sociales.

Todos somos una y la misma – siguió la oradora- , lo que hago yo, lo puedes hacer tú; lo que vale esta, es lo que vale aquella; no tenemos reinas, como las abejas; ni jefes, como las manadas y los rebaños salvajes; ni guías, como las grullas cuando emigran… Ninguna autoridad, en fin; sólo la masa inmensa, sólo el pueblo.

Compañeras: ¡Tres uuuhs por la igualdad!

¡Uuuh! ¡Uuuh! ¡Uuuh! – zumbó el enjambre.

¡Tres uuuhs por la fraternidad!

¡Uuuh! ¡Uuuh! ¡Uuuh!

¡Tres uuuhs por el terror!

¡Uuuh! ¡Uuuh! ¡Uuuh!”

 

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