EEUU: ¿está todo decidido en las primarias?

EEUU: ¿está todo decidido en las primarias?

No hubo sorpresa y tanto Hillary como Trump se han alzado con la victoria en la mayoría de estados en juego el Supermartes. Así pues, ¿se ha acabado todo? Casi… pero ya se sabe que hasta que el árbitro pita el final puede pasar cualquier cosa.

Trump, en efecto, ha ganado en 7 de los 11 estados en los que los republicanos votaban. Sólo ha sido superado por Cruz en Alaska, Oklahoma y Texas, con diferencia el estado más importante en número de votos y delegados de los que entraban en liza y que ha reportado 57 delegados a Cruz (en su estado natal Cruz, con más de 1.200.000 votos, casi un 44%, le ha sacado 16 puntos a Trump). Rubio se queda con el premio de consolación de su victoria en Minnesota, donde ha conseguido 41.000 votos y 12 delegados (por cierto, los mismos que ha obtenido Cruz al quedar en segunda posición en aquel estado). Además, Rubio, que aspiraba a dar la campanada, queda en ocho de los estados en tercer puesto; un resultado francamente decepcionante.

Trump continúa su carrera hacia la nominación con nuevas fuerzas y, a estas alturas, parece cada día más difícil evitar una victoria que muy probablemente haría estallar el partido Republicano por los aires.

En la pugna por ser la alternativa a Trump, ni Cruz ni Rubio consiguen el golpe de efecto que esperaban. Es cierto que los resultados de Rubio han sido especialmente decepcionantes y muestran a un candidato que no logra ganar en casi ningún sitio. Eso sí, como algunos han señalado con cierta maldad, en lo que es bueno Rubio es dando discursos de victoria a pesar de cosechar derrota tras derrota. Ahora ya solo le queda una bala en la recámara, su estado de Florida el 15 de marzo, donde hay 99 delegados en juego. Por su parte, Cruz, sin grandes aspavientos, ha cumplido. Justito, sí, pero lo suficiente para reivindicarse como la última opción para frenar a Trump.

Aunque probablemente el gran perdedor, una vez más, de este Supermartes, es el famoso establishment republicano, que ha evidenciado su incapacidad. En este sentido, la victoria de Trump en Virginia es muy significativa: los votos de Rubio y Kasich, sumados, le hubieran arrebatado a Trump el primer puesto con amplio margen, pero el establishment ha sido incapaz de forzar la cohesión en torno a un candidato anti Trump. Lindsey Graham, senador por Carolina del Sur y enfrentado a Cruz hasta ahora declaró tras conocerse los resultados que “quizás estemos en la posición donde tengamos que unirnos en torno a Ted Cruz”. Quizás sea demasiado tarde.

A estas alturas puede ser bueno revisar cuántos delegados tiene cada candidato, que son los que al final cuentan (recuerden, entre los republicanos se necesitan 1.237 delegados para conseguir la candidatura). A día de hoy las cosas están así:

  • Trump: 285
  • Cruz: 161
  • Rubio: 87
  • Kasich: 25
  • Carson: 8
  • Otros (Jeb Bush, Fiorina, Huckabee y Paul): 7

Trump va el primero, destacado, pero se queda a un paso de la mayoría.

En el campo demócrata, Hillary ha conseguido una cómoda victoria con las excepciones de Vermont, Colorado, Minnesota y Oklahoma, lo que la deja con 1.001 delegados frente a los 371 de Sanders.

Aunque Bernie Sanders ha anunciado que seguirá adelante, hasta el final, lo cierto es que el Supermartes deja un sabor a fin de partido. Sanders consigue ganar en lugares con un sesgo izquierdista fuerte, allí donde hay fuerte presencia estudiantil y, sobre todo, donde la inmensa mayoría de la población es blanca, como en Iowa, New Hampshire, Vermont u Oklahoma. En Colorado y Nevada ha demostrado que puede incluso conseguir buenos resultados entre los hispanos, pero pincha en hueso con la población negra. Y es allí precisamente donde Hillary Clinton arrasa. La revolución de Bernie es demasiado blanca para ganar.

Demasiado débil para conseguir la victoria pero lo suficientemente fuerte para mostrar las debilidades de Hillary, que no funciona tan bien como se esperaba ni entre los hispanos, ni entre las mujeres, ni entre los jóvenes. Esta semana la recaudación entre pequeños donantes de Sanders alcanzó un nuevo récord, un dato que no puede ocultar la preocupante caída de votantes en las primarias demócratas. Hillary no genera el entusiasmo que produjo Obama. Está por ver si lo necesitará.

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