Las chocantes apreciaciones de Coccopalmerio sobre los anglicanos

Las chocantes apreciaciones de Coccopalmerio sobre los anglicanos

No es la primera vez que el Cardenal Coccopalmerio nos sorprende con alguna declaración; además de por su curioso apellido, este risueño cardenal parece encantado en su papel de confundir a los fieles y cuestionar el Magisterio. Quien quiera investigar puede leer este post o este otro.

En esta ocasión, el presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos ha sugerido que las órdenes anglicanas podrían no ser “absolutamente nulas”, tal y como dictaminó tras largo estudio el Papa León XIII en 1896. En concreto, ha escrito que “cuando alguien es ordenado en la iglesia anglicana y se convierte en sacerdote parroquial en una comunidad, no podemos decir que no ha pasado nada, que todo es inválido”.

Se dice que Coccopalmerio es uno de los más brillantes juristas del Vaticano. Si eso fuera cierto, lo confieso, no puedo dejar de sentir un escalofrío al pensar en cómo deben de ser los juristas normalitos, que también debe de haber, en el mismo Vaticano.

En cualquier caso, las declaraciones son chocantes puesto que cuestionan lo que siempre ha enseñado la Iglesia, algo que a algunos cardenales parece importarles más bien poco pero que a muchos católicos aún les parece muy grave.

Cuando se trata de cuestiones relativas al anglicanismo suelo acudir a varios sacerdotes católicos que, en su día, fueron anglicanos. Hay bastantes que se prodigan en internet y que combinan erudición, piedad, criterio y gusto al escribir, como el Padre Hunwicke, del Ordinariato de Nuestra Señora de Walsingham, o Dwight Longenecker, de quien ya me he hecho eco en otras ocasiones.

Así que, acudí a ver si alguno de ellos me aportaba luz al respecto… y no quedé defraudado. Longenecker, como de costumbre, lo borda.

Empezando por aportar un poco de precisión a la cuestión, algo que parece no estar muy de moda entre los clérigos coccopalmerianos, más cómodos discurriendo por los caminos de la ambigüedad y la imprecisión que abren las puertas a la arbitrariedad.

Coccopalmerio afirma que no se puede decir que en una ordenación anglicana no haya pasado nada, algo que nadie ha dicho nunca (como por ejemplo, tampoco se puede afirmar que cuando alguien hace un voto religioso o una consagración personal allí no pase nada). Como bien señala Longenecker, “la definición de León XIII no pretende definir qué ha ocurrido en una ordenación anglicana. Busca definir lo que no ha ocurrido. Y lo que no ha ocurrido es una ordenación católica. Después de convertirme a la fe católica, la gente me preguntaba: “¿pero qué pasa con tus órdenes anglicanas? ¿Estás diciendo que no servían para nada? ¿No eras un sacerdote?

Mi respuesta era: “hay mucho bueno, útil, bello y verdadero en la iglesia anglicana. Los católicos lo admiten. Y le damos gracias a Dios por las gracias que nos dio durante nuestra experiencia protestante. No estoy seguro de en qué consistió mi ordenación anglicana, pero lo que sí sé es que yo no era un sacerdote católico.

La Iglesia enseña que las ordenes anglicanas son nulas y sin contenido, pero no enseña que sean inútiles y sin sentido. La prueba de ello es que se hace una excepción con hombres como yo [Longenecker está casado y es padre de 4 hijos] y se nos ordena... Si nuestras órdenes fueran solamente nulas, sino completamente inútiles, ¿por qué reconocer que hay algo que nos diferencia del resto de hombres laicos?”.

En definitiva, que pueden haber, y hay, magníficos “sacerdotes” anglicanos que creen en Dios y le aman y hacen cosas buenas. No se puede decir que sus vidas y sus obras sean vanas e inútiles… pero no es lo mismo ser buena gente que ama a Jesús que haber sido ordenado válidamente.

Prosigue Longenecker con un acertado comentario. La Iglesia católica afirma con claridad lo que no es una ordenación anglicana (no es el sacramento del orden sacerdotal). Ahora tendrían que ser los anglicanos quienes nos dijeran qué es su ordenación… y aquí sí que aparece un problema que ni Coccopalmerio puede resolver: los mismos anglicanos son incapaces de decir en qué consiste su “sacerdocio”.

No comparten ninguna eclesiología, no comparten ninguna teología sacramental y no comparten ninguna teología de la ordenación. Un anglocatólico pretenderá que es un “católico pero en la iglesia anglicana” y creerá que es un sacerdote que consagra un verdadero sacramento. Pero un anglicano evangélico negará estruendosamente ser un sacerdote y repudiará explícitamente la existencia de cualquier tipo de sacerdocio, insistiendo en que es ministro de la palabra de Dios. Mientras tanto, un anglicano modernista dirá: ¡Sacerdocio! ¡Menudo concepto! ¿Hay todavía alguien que crea en eso hoy en día? Tal y como un sacerdote anglicano modernista me dijo en una ocasión, “me veo a mí mismo como una especie de chamán de la tribu”. Una interesante noción creativa e innovadora que a buen seguro interesará al cardenal Coccopalmerio.

Longenecker, que se nota que es buena persona, atribuye las desafortunadas palabras de Coccopalmerio al desconocimiento de la realidad: “tiene poca experiencia y comprensión del anglicanismo y hace comentarios sencillamente desinformados, subjetivos y sentimentales sobre el asunto“. Pero como tampoco es tonto nos sugiere algo que está en la base de la arriesgada teología de Coccopalmerio y que tiene fundamentos más profundos y oscuros, algo que queda claro en las palabras que, a las palabras antes citadas, añadió el mismo cardenal y que Longenecker califica como una “mentalidad profundamente relativista”. Sostiene Coccopalmerio que “hemos tenido, y aún tenemos, una comprensión muy rígida de la validez y la invalidez: esto es válido y esto no es válido. Uno debería poder decir: esto es válido en un determinado contexto y eso es válido en otro contexto”.

No hace falta mucho esfuerzo para ver adónde nos llevaría esta combinación de relativismo y casuística, un entorno en el que quienes quieren imponer sus deseos contra lo que enseña la Iglesia se sienten comodísimos. Y que, como bien señala Longenecker, tiene un vasto campo de aplicación que probablemente se le haya escapado al cardenal Coccopalmerio: “si las órdenes anglicanas pueden ser válidas a veces e inválidas otras veces dependiendo del contexto, entonces se puede decir lo mismo acerca de la autoridad de los cardenales católicos. Si el cardenal puede relativizar las órdenes anglicanas diciendo que quizás a veces son válidas en ciertas circunstancias y a veces no, también podemos decir que hasta ahora hemos tenido una comprensión muy rígida de la autoridad de los cardenales. En ciertos contextos, lo que dicen es verdadero y válido, pero en otros contextos lo que dicen es un completo disparate”. Puestos a dejar de ser rígidos, lo más aconsejable es empezar por este último tipo de rigidez.

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