Desmontando los mitos protestantes: las iglesias estatales

Desmontando los mitos protestantes: las iglesias estatales

De entre los muchos libros que están apareciendo, aquí y en el mundo entero, en torno a Lutero y al Protestantismo, me llamó la atención el publicado por el sociólogo de las religiones, Rodney Stark, con el título Reformation Myths. Stark es un reconocido sociólogo que, además, no es católico (por lo que he visto en internet parece que ha evolucionado desde el agnosticismo hasta un vago cristianismo que define como “independiente de cualquier iglesia”). No es que un católico quede invalidado para ser un buen sociólogo o historiador, al contrario, pero me llamó la atención que un estudioso no católico hubiera llegado a las mismas conclusiones que las sostenidas por los autores católicos más críticos con Lutero y su legado.

El libro es interesante y, aunque contiene lagunas y alguna imprecisión, sobre todo cuando pinta con brocha gorda (de Lutero a la Segunda Guerra Mundial en pocos párrafos), aporta datos poco conocidos que nos ayudan a comprender mejor el impacto que tuvo y tiene el protestantismo.

Hoy quiero fijarme en aquello de que la Iglesia católica ha sido siempre muy represiva, imponiendo comportamientos a la pobre gente que tuvo la desgracia de vivir en un país católico. Por el contrario, Lutero y la Reforma habrían relajado estas imposiciones, abriendo las puertas a una era de libertad y tolerancia. Stark argumenta que es justo lo contrario; escribe: “el fanatismo represivo y brutal fue el signo distintivo de las varias Reformas y el silencio relativo es este asunto por generaciones de historiadores es una vergüenza”.

Lo cierto es que tanto el Luteranismo, como el Calvinismo, como el Anglicanismo dieron lugar a iglesias de Estado, instituciones controladas por el poder político que exigían, mediante leyes y con el poder represor del Estado, la total sumisión de los ciudadanos a sus dictados. Todo lo contrario de la Iglesia católica, que nunca aceptó la sumisión al Estado y que, de este modo, creó un espacio de libertad inexistente en los países protestantes.

Veamos algunos ejemplos:

-          Iglesias luteranas: es bien sabido que el apoyo de los príncipes alemanes estuvo en muchas ocasiones movido por su codicia (se quedaron los bienes de la Iglesia) y por su deseo de no tener que plegarse a un poder superior, al contrario, aunar en sí todo el poder, civil y religioso. No fue ningún accidente, sino que el mismo Lutero aconsejó a los príncipes que obligasen a sus súbditos a asistir a los actos de culto protestantes y a escuchar solo a los predicadores autorizados por ellos. Así se desarrollaron leyes que obligaban a asistir a la iglesia con cierta frecuencia o a excluir de la vida social a todo aquel que no plegase a la nueva situación (no sólo católicos, Felipe de Hesse llegó a obligar a los judíos a asistir a los servicios religiosos protestantes).

La ley impuesta  en el reino de Suecia y que reproduce Stark no tiene desperdicio: “El castigo para aquellos que apostaten de la fe luterana era el exilio y la pérdida del derecho a heredar… En 1624 dos suecos conversos al catolicismo fueron ejecutados en Estocolmo”. El rey Carlos XI (1655-97) “puso soldados en las calles los domingos para asegurarse de que todo el mundo asistía a las iglesias. Por la ley de 1686, a aquellos que no pudieran demostrar haber comulgado tres veces al año, se les denegaba el “certificado de migración”, indispensable para moverse en el interior del reino y para viajar al extranjero.

-          Iglesias calvinistas: La Ginebra de Calvino fue una teocracia totalitaria en la que la asistencia los domingos a la iglesia era obligatoria, así como a los sermones que tenían lugar a lo largo de la semana. Llegar tarde a los servicios era castigado con una multa y hablar mal de Calvino o de los pastores calvinistas estaba penado con la cárcel. El color y la cantidad de los vestidos estaban limitados por ley. Existía un límite legal al número de platos que estaba permitido servir en una comida. También quedó prohibido el juego, las cartas o cantar canciones no religiosas. El adulterio estaba penado con la muerte, algo que Calvino no ahorró a su propia hijastra. Como ven, todo un modelo de libertad.

-          La iglesia de Inglaterra: las persecuciones desatadas contra los católicos, primero, y contra todo disidente después, en la Inglaterra anglicana darían para una enciclopedia. Además, la creación de una iglesia de Estado llevó a un enorme enriquecimiento de la Corona y de algunos nobles, que robaron todo el patrimonio de la Iglesia. El Acta de Uniformidad, aprobada por Isabel I en 1559, incluía multas y penas de prisión para todo aquellos que criticasen a la Iglesia anglicana, las restricciones a los derechos y la persecución abierta de quienes no se plegaban a la nueva iglesia estatal fueron constantes y la discriminación hacia estos ha llegado hasta hace bien poco.

El panorama de las iglesias estatales surgidas de la Reforma es francamente estremecedor: imposiciones, persecuciones, multas, asesinatos, represión… y enriquecimiento desmedido e injusto de los reyes, príncipes y gobernantes. A veces tiene que llegar un no católico para recordarnos los crudos hechos históricos.

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