Las siete notas de Newman para distinguir desarrollo doctrinal de corrupción

Las siete notas de Newman para distinguir desarrollo doctrinal de corrupción

Si algo está marcando la vida de la Iglesia en estos tiempos son las polémicas doctrinales y en estos debates un punto recurrente es el de la continuidad en el Magisterio y la Tradición de la Iglesia. Quienes defienden ciertas innovaciones juran y perjuran que sus propuestas están en la línea de las enseñanzas tradicionales de la Iglesia (en el fondo seguimos a Santo Tomás), mientras que sus detractores sostienen que las quiebran. El propio Papa Francisco, para justificar su afirmación de que la pena capital es intrínsecamente mala, ha explicado que “la Tradición es una realidad viva y solo una visión parcial puede concebir el depósito de la fe como algo estático. ¡La Palabra de Dios no se puede conservar en naftalina como si se tratase de una vieja manta que debe protegerse de los parásitos! No. La Palabra de Dios es una realidad dinámica y viva que progresa y crece porque tiende hacia un cumplimiento que los hombres no pueden detener”. Por lo tanto, “la doctrina no puede preservarse sin progreso, ni puede estar atada a una lectura rígida e inmutable sin humillar la acción del Espíritu Santo“.

Que la doctrina se desarrolla, como sostiene el Papa, es indudable. Es un hecho obvio que no se le escapa a nadie que haya estudiado mínimamente la historia de la Iglesia. Como también es un hecho obvio que no siempre se desarrolla correctamente, sino que a veces se rompe con el Magisterio y la Tradición de la Iglesia, dando lugar a numerosas herejías y cismas. Y tampoco se le escapa a nadie que haya estudiado mínimamente la historia de la Iglesia que los herejes reclamaban para sí ser fieles desarrolladores de la Palabra de Dios. Así pues, resulta vital poder discernir cuándo esa “realidad dinámica y viva que progresa y crece”  lo hace adecuadamente, siguiendo el camino trazado por Dios, y cuándo se separa del mismo y cae en el error.

En este contexto, a un laico normal como el que escribe estas líneas, que no es ni pretende ser teólogo, pero sí formarse y tener buen criterio, la obra del Cardenal NewmanEnsayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana” se presenta como una fiable brújula para no perder el norte. Pretender resumir en un post lo que explica Newman en esta riquísima y en ocasiones compleja obra sería ridículo. Pero al menos voy a detenerme en algunos puntos que arrojan luz en una materia compleja. En concreto, el capítulo V de la obra mencionada, que aborda las siete notas que deben poseer los desarrollos auténticos de la doctrina, notas de las que carecen lo que, aún presentándose como un mero desarrollo, no son más que corrupciones de la doctrina.

Veamos cuáles son esas “caracterizaciones de los desarrollos fieles… cuya presencia sirva como prueba para distinguirlos de las corrupciones”.

  1. En primer lugar, cita Newman lo que denomina “preservación del tipo”: “las partes y proporciones de la forma desarrollada, aunque alteradas, corresponden a las pertenecientes a sus rudimentos”. Newman aplica esta nota al desarrollo y a los rasgos de la Iglesia, desde los primeros apóstoles hasta la actualidad.
  2. La segunda nota es la continuidad de los principios. Los principios son generales y permanentes, mientras que las doctrinas se relacionan con los hechos y crecen. Escribe Newman, “la continuidad o alteración de los principios sobre los que se ha desarrollado una idea es una segunda marca de distinción entre un desarrollo fiel y una corrupción”. Como ejemplos de principios, cita luego Newman la supremacía de la fe o el principio del dogma, esto es, “que las opiniones en religión no son cuestiones indiferentes, sino que influyen en la posición de los que las detentan a los ojos de Dios”.
  3. La tercera nota es el poder de asimilación, que Newman explica así: “Se crece asimilando a la propia sustancia materias externas y esta absorción o asimilación finaliza cuando las materias apropiadas pasan a pertenecerle o entran en su unidad sustancial”.
  4. La cuarta nota es la sucesión lógica. Un proceso de desarrollo auténtico sigue las reglas de la lógica: “la analogía, la naturaleza del caso, la probabilidad antecedente, la aplicación de los principios, la congruencia, la oportunidad, son algunos de los métodos de prueba por los que el desarrollo se transmite de mente a mente y se establece en la fe de la comunidad”. Lo que le hace decir a Newman que una doctrina será un desarrollo verdadero y no una corrupción, en proporción a cómo parezca ser el resultado lógico de su enseñanza original. Uno de los ejemplos que pone Newman de esta nota es la doctrina del Purgatorio, que se desarrolla lógicamente como “una parte o forma de penitencia debida por el pecado postbautismal”.
  5. La quinta nota es la “anticipación de su futuro”. Si existen “insinuaciones tempranas de tendencias que después son plenamente realizadas, es una forma de probar que aquellas realizaciones sistemáticas más tardías están de acuerdo con la idea original”. Uno de los ejemplos que ofrece Newman es el de la veneración de las reliquias: “el principio del que proceden estas creencias y costumbres es la doctrina de que la materia es susceptible de gracia o capaz de unión con una presencia o influencia divina”.
  6. La sexta nota es la acción conservadora de su pasado. Escribe Newman que, “así como los desarrollos que están precedidos por indicaciones claras tienen una presunción justa a su favor, así también los que contradicen e invierten el curso de la doctrina que se ha desarrollado antes que ellos y en la cual tuvieron su origen son ciertamente corrupciones”. Si un desarrollo contradice la doctrina anterior está claro que no es desarrollo, sino corrupción.

En este importante punto, Newman aclara que “un desarrollo verdadero se puede describir como el que conserva la trayectoria de los desarrollos antecedentes… es una adición que ilustra y no oscurece, que corrobora y no corrige el cuerpo de pensamiento del que procede”.

Por último, la séptima nota es lo que Newman llama “vigor perenne”: “la corrupción no puede permanecer mucho tiempo y la duración constituye una prueba más de un desarrollo verdadero”. Resulta interesante otro comentario que Newman desliza aquí y en el que se nos muestra como un fino observador: “la trayectoria de las herejías siempre es corta, es un estado intermedio entre vida y muerte, o lo que es como la muerte. O si no acaba en la muerte, se divide en alguna trayectoria nueva y tal vez opuesta que se extiende sin pretender estar unida a ella… mientras que la corrupción se distingue de la decadencia por su acción enérgica, se distingue de un desarrollo por su carácter transitorio”.

Quizás algunos lo consideren algo prolijo, pero lo cierto es que los criterios que nos da Newman para distinguir un desarrollo auténtico de una corrupción son muy iluminadores y útiles para tenerlos siempre presentes a la hora de hacerse un juicio sobre las novedades y los supuestos desarrollos que se nos presentan. No voy ahora a intentar aplicarlos a los debates actuales, pero ustedes ya son mayorcitos y son capaces de aplicarlos a lo que se nos presenta como supuestos “desarrollos”. A mí me ha quedado clarísimo.

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