Lo del Titanic era mentira. Lo de Hoover también.

Leyendo estos días comparaciones entre el naufragio del Titanic, hace ahora 100 años, y el del Costa Concordia, me entero de esta historia:

Resulta que el Primer Oficial del Titanic, William Murdoch, aparece en la película de James Cameron como alguien que acepta sobornos y mata a un pasajero de tercera clase. En la realidad, en el momento del naufragio, se dedicó a lanzar sillas de madera desde la cubierta a los náufragos para que tuvieran algo a lo que agarrarse hasta que finalmente se hundió con el barco. Una vida heroica convertida en la vida de un villano para que a James Cameron le cuadrase la película.

De hecho Cameron tuvo que pedir disculpas al pueblo de origen de Murdoch, en Escocia, y ofreció 5.000 libras para erigir un monumento en su memoria (por el dinero ofrecido sería mejor hablar de una placa), menos de lo que le costó la fiesta que organizó para celebrar el Óscar por Titanic.

Ahora que aparece otra película que distorsiona a conciencia la vida de otro personaje histórico que no puede defenderse, J. Edgar Hoover, presentado como un homosexual reprimido en contra de los testimonios de todos los que le rodearon en vida, uno no puede dejar de preguntarse si es así, mintiendo y reescribiendo la historia impunemente, como una sociedad se hace mejor y más libre. Yo creo que no y creo que debería hacerse algo al respecto.