Nuevos libros sobre el horror comunista (pasado y presente)

Leyendo el último número de la revista Catholica tengo noticia de la aparición de dos libros que tratan acerca del comunismo, del soviético y del chino, el uno felizmente fenecido (aunque su herencia, especialmente espiritual, sigue pesando como una losa), el otro en pleno auge.

L’État soviétique contre les paysans, de Nicolas Werth y Alexis Berelovitch, aborda la deskulakización que provocó 6 millones de muertos por hambre para hacer desaparecer una clase social, la de los kulaks, campesinos propietarios en la antigua Rusia. Impresiona ver cómo el Gran Terror desencadenado por Stalin en 1937, golpeando al azar, sin ninguna lógica, obedecía no obstante a una lógica despiadada y eficaz, propia del terrorismo, que, a falta de mejores razones, acababa por hacer recaer la culpabilidad sobre quien había sido detenido por el mismo hecho de haberlo sido. Un juicio ecuánime o la necesidad de pruebas para condenar eran detalles molestos, antiguallas superadas.

En Au pays des enfants rares, Isabelle Attané documenta el punto débil de ese gigante con pies de barro que es China: el desequilibrio demográfico resultado de la política maoísta del hijo único. En un escenario desolador sorprende, por desconocido, el asunto de los niños “negros”, nacidos fuera de las cuotas autorizadas y que no han sido registrados por el Estado por lo que carecen de personalidad jurídica y sufren una total marginalización.

Y aún hay quien proclama que el problema del comunismo no fueron las intenciones, buenísimas, sino la debilidad de los dirigentes encargados de hacerlas realidad.