La historia del aborto en Italia: Aldo Moro, la DC y el «compromiso histórico»

La historia del aborto en Italia: Aldo Moro, la DC y el «compromiso histórico»

El aborto fue despenalizado en España por el PSOE en 1985. Siete años antes el Parlamento italiano había aprobado la ley 194 que abría las puertas al aborto en el país transalpino, un evento cargado de significado y que aún hoy en día resulta relevante analizar.

La tramitación de la ley 194 en Italia se hizo en circunstancias trágicas: el líder democristiano Aldo Moro había sido secuestrado por las Brigadas Rojas en marzo de 1978. El 9 de mayo de aquel año, después de 55 días de secuestro, su cuerpo sin vida fue encontrado en el interior de un coche.

Aldo Moro no era precisamente un miembro del ala más derechista de la Democracia Cristiana, sino el gran estratega del llamado “compromiso histórico” con el poderoso Partido Comunista Italiano, dirigido entonces por Enrico Berlinguer. Y fue precisamente Moro quien, en el Consejo Nacional de la DC en 1975 había abogado por relegar la cuestión del aborto al “ámbito de la conciencia” para, de este modo, facilitar el pacto con el Partido Comunista. De este modo la Democracia Cristiana italiana, de acuerdo con lo pactado por Moro, abandonó la batalla en defensa de la vida y asumió el aborto.

Fue precisamente durante el secuestro de Aldo Moro, el 15 de abril de 1978, cuando la ley 194 fue aprobada por 308 votos a favor contra 275 en contra. Fueron decisivos, junto a  los votos comunistas, socialistas, liberales, socialdemócratas y republicanos, los votos de una parte de la DC a favor del aborto. De hecho, a la luz del resultado final, se puede afirmar que sin los democristianos que se pasaron al campo abortista la ley no hubiera sido aprobada en el Congreso.

En el Senado se repitió la historia, esta vez con 160 votos a favor y 148 en contra, y de nuevo fueron determinantes los votos democristianos que se pasaron al bando abortista.

Aprobada en ambas cámaras, el 22 de mayo de 1978 la ley era publicada en el equivalente italiano del BOE (la Gazzetta Ufficiale), promulgándose con la firma del presidente de la República, Giovanni Leone, del presidente del Gobierno, Giulio Andreotti  y los ministros Tina Anselmi, Francesco Bonifacio, Tommaso Morlino y Filippo Maria Pandolfi. Todos ellos democristianos.

Fue Andreotti el primero en defenderse de las críticas por haber promulgado la ley argumentando que aquello era un “acto debido”. A lo que sus críticos respondieron que así era desde el punto de vista del positivismo jurídico, pero no desde las enseñanzas y la moral cristianas que, supuestamente, la DC afirmaba defender. El gesto del rey Balduino de Bélgica en 1990 ni siquiera se planteó.

Pero la verdad es que Andreotti hizo más: su gobierno asumió la defensa de la ley 194 ante el Tribunal Constitucional y a pesar de poder presentar objeciones, defendió la legitimidad constitucional de la ley.

El 20 de mayo de 1978 en el editorial de La Civiltà Cattolica se podía leer este contundente texto: «Ciertamente, la terrible e impactante historia del Excmo. Moro y del despiadado asesinato de su escolta han atraído la atención de todos con tanta fuerza que los otros problemas han pasado a un segundo plano; pero si uno reflexiona más profundamente, se observa que lo que sucede en el Senado en estos días con la aprobación final de la legalización del aborto es más grave, desde un punto de vista general y en lo que respecta al futuro, no solo inmediato, sino también lejano, de nuestro país que lo ocurrido el 16 de marzo en via Fani. Allí se cometió un crimen horrendo, pero el principio del derecho a la vida y a la libertad no se vieron afectados y ese crimen fue condenado unánimemente; en el Parlamento, por el contrario, por primera vez en la historia de nuestro país, se ve menoscabado el principio del derecho a la vida, que es el principio fundamental en el que se basa no solo la vida social sino también el ordenamiento jurídico italiano.» (cuaderno 3.070 del 20 de mayo de 1978, p. 313).

Poco después se lanzaban varias iniciativas para forzar un referéndum encaminado a derogar la ley del aborto en Italia. Explicaba recientemente el historiador Roberto de Mattei cómo, en 1979, participó en una reunión con Mons. Luigi Maverna, entonces secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, para pedirle su apoyo, aunque fuera tácito e indirecto, a la recogida de firmas para intentar forzar un referéndum abrogativo sobre la recién aprobada ley 194 que estaba organizando Alleanza Cattolica. La respuesta fue contundente: la Conferencia Episcopal no daría nunca, ni ahora ni en el futuro, su apoyo a ninguna iniciativa para promover un referéndum contra el aborto. Cuando, tristes y estupefactos, los asistentes a la reunión le plantearon diversas objeciones, Mons. Maverna les respondió con un “Haced lo que queráis”, mientras se encogía de hombros. La Conferencia Episcopal Italiana, en aquel momento presidida por el cardenal Poma, apoyaba el “compromiso histórico” y no quería ponerlo en peligro… aunque eso costara la vida de cientos de miles de niños. El referéndum, sostenían, era divisivo y planteaba la política como un enfrentamiento entre dos campos, en vez de apostar por el diálogo. La argumentación de Mons. Silvestrini, secretario del Consejo para Asuntos Públicos de la Iglesia, a quien De Mattei visitó acompañado de Giovanni Cantoni y Agostino Sanfratello, fue especialmente rebuscada: un referéndum contra el aborto habría constituido una perjudicial “contra-catequesis”, les explicó,  en el sentido de que, por reacción al antiabortismo de los católicos, los abortistas redoblarían su propaganda abortista empeorando así la situación.

Explica De Mattei que, cuando le señalaron a Mons. Silvestrini que la ofensiva abortista era total y que no se puede dejar de proclamar la verdad ni de hacer el bien por miedo a las reacciones de los enemigos del bien y la verdad, Mons. Silvestrini recordó la derrota en el referéndum contra el divorcio. A lo que le contestaron que precisamente se había perdido porque la Iglesia se había puesto de perfil. Entonces dejó caer la bomba final, inapelable: el Partido (la Democracia Cristiana) está en contra del referéndum antiabortista. Algo, por otro lado, muy lógico, pues habían sido los dirigentes de la Democracia Cristiana quienes habían sido la clave para la aprobación de la ley 194.

Una triste y penosa historia por la que, en estos tiempos en que somos tan aficionados a pedir perdón, nadie ha pedido disculpas, y que es bueno recordar y extraer enseñanzas. Luego se dijo que Andreotti, ya apartado de la primera línea política, había declarado que de lo único que se arrepentía era de haber firmado la ley del aborto… aunque ahora hay discusión sobre si realmente lo dijo o se trata de una “leyenda urbana”. Quien sí dijo, y acertó, fue Augusto del Noce, quien había pasado por las filas de la Democracia Cristiana y sabía bien de qué hablaba, cuando afirmó que el objetivo de la masonería en Italia, la secularización del país, en el que había fracasado durante décadas, lo consiguió la Democracia Cristiana. Conviene no olvidarlo.

 

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