En el fallecimiento de Robert Mugabe

En el fallecimiento de Robert Mugabe

Quien gobernó despóticamente Zimbabue (la antigua Rodesia británica) durante 37 años, Robert Mugabe, falleció el pasado 6 de septiembre a la edad de 95 años. Llega a su fin una persona que encarna el trágico fracaso del proceso descolonizador.

El país que en su día fue considerado como una “joya de la Corona Británica”, una de las colonias más prósperas y prometedoras, se desplomó tras la independencia de la mano de un Mugabe, antiguo alumno de un colegio jesuita y él mismo profesor en diversas escuelas católicas, que combinó sin pudor alguno corrupción y racismo antiblanco. Condenado el país a la bancarrota, Mugabe ordenó en 2000 la confiscación de las numerosas granjas del país, en su mayoría propiedad de ciudadanos blancos. El pretexto fue una reforma agraria para remediar la concentración de tanta tierra en manos de unas pocas decenas de miles de personas, pero el efecto inmediato fue el colapso de la producción agrícola y de la economía nacional. Aquellas tierras fueron entregadas en su mayor parte a políticos de su camarilla, incapaces para mantenerlas a pleno rendimiento.

Mientras tanto, Mugabe, dueño de numerosas propiedades en el extranjero (entre ellas un castillo en Escocia o una villa en Hong Kong), celebraba cada año su cumpleaños con derroches cada vez más extravagantes: en 2009 sus invitados fueron recibidos con 2.000 botellas de champán Moet & Chandon, 8.000 langostas y 4.000 latas de caviar. Al año siguiente, el menú para los 20.000 invitados incluía platos de carne de elefante, búfalo, antílope, impala y león.

Mientras Mugabe celebraba sus cumpleaños, cuatro millones de personas (un tercio de la población) se vieron reducidas a la dependencia de la caridad internacional en el país que había sido el granero del sur de África. Otros tres millones de habitantes huyeron al extranjero, buscando escapar no solo de la pobreza extrema, sino también de la violenta represión ejercida por el régimen para evitar cualquier oposición. Ya en el temprano 1980 Mugabe había dado muestras de su forma de actuar despiadada: para culminar su victoria sobre su rival político Joshua Nkomo, Mugabe, de la estnia shona, exterminó a más de 20.000 indebeles, la etnia de Nkomo. El aclamado padre fundador de la patria, el líder liberador del yugo colonial, se había convertido en pocos meses en un tirano sin escrúpulos capaz de perpetrar masacres nunca vistas. Si algo puede afirmarse en relación a su muerte es que Robert Mugabe no será llorado por muchos zimbabuenses. Que Dios se apiade de su alma.

 

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