¿Podemos sacar alguna enseñanza de la historia de los coptos?

He leído estos días el libro “The 21. A Journey into the Land of Coptic Martyrs”, del escritor alemán Martin Mosebach, una investigación sobre los 21 mártires degollados por el Estado Islámico en una playa junto a Sirtes, en Libia.

El libro investiga sobre quiénes eran aquellos cristianos en mono naranja y sobre su contexto, Egipto, y más en concreto el Alto Egipto, y la “Iglesia de los mártires”, como los coptos se denominan a ellos mismos.

Al abordar la historia de la Iglesia copta me ha llamado poderosamente la atención su evolución. Marcados inicialmente por su ruptura con Roma y con Constantinopla, el año 619 los coptos egipcios sufren la invasión sasánida que redujo unos 500 monasterios a poco más que escombros. En el año 642 llega la invasión árabe, que marcó el inicio de un largo periodo (1400 años ya) de discriminación, humillación y empobrecimiento, de dhimmitud en definitiva. Esta discriminación y los impuestos especiales para los dhimmis no musulmanes llevó a muchos a abandonar la Iglesia y convertirse al Islam.

De modo recurrente las iglesias coptas eran destruidas y la posibilidad de reconstruirlas era remota (en una iglesia tan antigua no hay casi ningún templo anterior a los años 70 del siglo XX). Se obligó a los coptos a llevar prendas de vestir especiales e incluso, en ciertos periodos, se les obligaba a llevar una pesada cruz al cuello. De este modo la Iglesia copta fue menguando: el que fuera un país totalmente cristiano se convirtió en un país predominantemente islámico, con sólo una pequeña minoría copta. Llegados al siglo XVI sólo quedaban 112 iglesias donde antes había habido miles. Las preciosas bibliotecas de los monasterios coptos fueron arrasadas y, en el mejor de los casos, salvadas al ser enviadas al extranjero (los manuscritos coptos están dispersos a lo largo y ancho de decenas de museos en toda Europa). Los apuros financieros de la Iglesia copta provocaron que empezara a vender los oficios  eclesiásticos (se podía comprar hasta el título de obispo) y numeroso clero era ignorante y analfabeto… si tenías suerte. En áreas más apartadas los años pasaban sin que se viera a un solo sacerdote.

El final parecía próximo e irreversible. Y sin embargo, a mediados del siglo XIX, tras más de mil años de decadencia, la Iglesia copta revivió para sorpresa de todos.

¿Cuáles fueron las claves de este renacer? ¿Podemos extraer alguna enseñanza del mismo?

La primera clave, desapercibida a los ojos de la mayoría, fue la gracia de Dios que en su Divina Providencia salvó a los coptos de la extinción. Para ello se sirvió de diferentes medios humanos:

  1. La construcción del canal de Suez y la presencia en Egipto de ingleses, primero, y más tarde el protectorado británico, abrió el país a misioneros católicos y protestantes. No tuvieron mucho éxito, pero influyeron en el modo de vivir la religión de los coptos. Por ejemplo, la Iglesia copta introdujo, bajo influencia protestante, las “escuelas dominicales”, donde tras la liturgia (que suele durar en torno a tres horas) se estudiaba la Biblia.
  2. También bajo influencia occidental, el impuesto especial para los cristianos fue abolido y la situación de marginación legal y económica de los coptos mitigada.
  3. Se crearon seminarios donde formar a los futuros sacerdotes.
  4. Hubo un renacimiento de la vida monástica que volvió a llenar viejos monasterios abandonados desde hacía tiempo.
  5. También influyó la santidad de algunos de los “papas” coptos. Algo que se ha mantenido hasta nuestros días: Cirilo VI (1959–1971), gran apóstol del monaquismo, es considerado un santo y Shenuda III (1971–2012) supo enfrentarse al presidente Sadat en sus intentos de introducir la Sharia en el ordenamiento legal egipcio, lo que le valió el destierro a un monasterio del desierto pero al mismo tiempo un enorme prestigio.
  6. Por último, varias apariciones de la Virgen en El Cairo ante multitudes que incluían a cristianos y musulmanes.

En definitiva: formación de los laicos y de los sacerdotes, cuidado de los seminarios, santidad en sus obispos, renacer de la vida religiosa, devoción a la Virgen María y la acción del poder político dando mayor libertad a la Iglesia y limitando la secular discriminación que los cristianos sufrían.

No es un programa exhaustivo y cada tiempo y lugar tienen sus particularidades propias, pero no me parece un mal programa.

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