Dos Passos, el compañero de viaje comunista que salió vacunado de la guerra civil española

John Dos Passos fue un célebre novelista estadounidense que formó parte de lo que se dio en llamar la generación perdida, junto a algunos de sus amigos como Theodore Dreiser, Sinclair Lewis, Francis Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. Su novela más famosa, publicada en 1925, Manhattan Transfer, es un brillante fresco, a partir de breves relatos fragmentarios, del Nueva York de los «locos años 20».

Políticamente hablando, Dos Passos cumple con todos los requisitos de pedigrí izquierdista. En 1927 hizo pública su postura contraria a la ejecución de los anarquistas Sacco y Vanzetti. Como socialista de primera hora, visitó la Unión Soviética en la primavera de 1928, pasando una temporada en Leningrado para luego recalar en Moscú, donde se codeó con artistas soviéticos como Pudovkin y Eisenstein. Gracias a una gestión personal del ministro Lunacharski se embarcó en una expedición que iba a explorar regiones remotas del Daguestán y en la que estuvo a punto de morir de hambre.

Muy crítico con Franklin D. Roosevelt, votó por el candidato comunista, William Foster, en las elecciones presidenciales de 1932 y atacó el New Deal, que consideraba un intento de salvar un sistema capitalista corrupto. Durante esa década escribió para la revista comunista New Masses.

En 1932, recién estrenada la Segunda República en España, Dos Passos visita en nuestro país a sus viejos amigos José Giner y Manuel Azaña. Unos pocos años más tarde, ya en plena guerra civil, regresará a España, en 1937, para colaborar con Ernest Hemingway en el guión de un documental.

Estos hechos contrastan con el silencio que se cierne sobre John Dos Passos. Si, por ejemplo, son abundantes las referencias a Hemingway y su visión de nuestra guerra civil, ¿cómo es que nadie habla de Dos Passos?

Quizás haya que buscar el motivo en su honestidad, que le impedía callar, y mucho menos no ver, lo que ocurría allí donde sus supuestos camaradas tenían el poder en sus manos. En una carta escrita durante su estancia en la Unión Soviética, Dos Passos escribe: «He visto a los perros de Pavlov en Leningrado» y, cuando tras ser retenido en Moscú por «gestiones burocráticas», puede por fin salir de la URSS: «…admiraba al pueblo ruso. Me había fascinado su país, enorme y variado, pero cuando a la mañana siguiente crucé la frontera polaca me sentí como si saliera de la cárcel».

Otro tanto va a ocurrir con su proyecto español: al conocer la desaparición de su amigo y traductor de su obra, José Robles Pazos, se presume que a manos de los servicios secretos soviéticos, decidió abandonar el país y romper de forma definitiva con la ideología comunista. Como le ocurrió a Orwell, también para Dos Passos la experiencia en España fue decisiva para que abandonara a sus antiguos compañeros de viaje.

A partir de ese momento Dos Passos siguió expresando su desconfianza hacia la acumulación de poder en una élite no sometida a control real alguno… sólo que ahora veía ese peligro principalmente como proveniente de la izquierda. En su libro publicado en 1962, Mid-Century, los villanos ya no eran aquellos desalmados grandes capitalistas, sino corruptos líderes sindicales. El libro fue un éxito, pero su antiguo admirador y devoto izquierdista, Dwight Macdonald, escribió que Dos Passos se había convertido en “un simple republicano, asustado hasta la muerte de Rusia y el comunismo”. Una acusación que Dos Passos reconocía abiertamente: él sí había visto el comunismo en acción y sí, era para tenerle miedo (una actitud, por otra parte, sensata y normal que nos mantiene alejados de peligros graves cuando está fundado en realidades y no en exageraciones o imaginaciones).

La trayectoria de Dos Passos, ya definitivamente liberado de sus ataduras ideológicas, le llevaría hasta la revista conservadora de Bill Buckley, National Review. En su camino desde New Masses a National Review le había guiado su honradez intelectual, el poner por delante lo que veía sobre lo que se suponía que debía de pensar para estar en la línea ideológica correcta. En 1964 Dos Passos dio su apoyo público a la candidatura a la presidencia de los Estados Unidos de Barry Goldwater. Preguntado por los motivos de ese apoyo, Dos Passos explicaba que él y Goldwater compartían una común aversión hacia el comunismo y el poder sin límites. En los años 20, ese poder estaba en manos de unos pocos capitalistas, añadía, mientras que entonces estaba en manos de una administración cada vez más expansiva (lo que en Estados Unidos llaman el big government). Quizás, por mucho que choque a algunos, la evolución de Dos Passos no fue tan ilógica.

 

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