¿Cómo combatir el terrorismo yihadista? Macron propone acabar con el «homeschooling»
Que Francia pasa por momentos difíciles no es ningún secreto. La decapitación del profesor Samuel Paty o los asesinatos terroristas en la basílica de Nuestra Señora de la Asunción en Niza son sucesos recientes que nos conmocionaron y que indican que la situación en nuestro país vecino es crítica. Percepción que comparte el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, que ha reaccionado anunciando un proyecto de ley para luchar contra los separatismos (inicialmente presentado como un neologismo para referirse al islamismo que no se integra sino que se separa del resto de la sociedad e instituciones francesas).
Las primeras muestras de apoyo a este proyecto de ley, casi unánimes, han dejado paso a las primeras críticas al conocerse detalles de la tan esperada ley.
Y es que en un reciente discurso sobre la lucha contra el separatismo, Macron presentó como uno de los grandes problemas a abordar el de la educación en el hogar, lo que los anglosajones llaman homeschooling: «50.000 niños reciben educación en el hogar. Cada día descubrimos a niños que están completamente fuera del sistema. Cada semana los prefectos cierran las escuelas ilegales, a menudo dirigidas por extremistas religiosos».
Y concluía: «Ante estas derivas que excluyen a miles de niños de la educación para la ciudadanía, del acceso a la cultura, a nuestra historia, a nuestros valores, a la experiencia de la alteridad que está en el corazón de la escuela republicana, he tomado una decisión: a partir del inicio del año escolar 2021, la instrucción en la escuela será obligatoria para todos a partir de los tres años. La educación en el hogar estará limitada estrictamente a motivos de salud».
La jugada muestra una desfachatez y un rostro de cemento armado descomunales.
Porque los «extremistas religiosos» a los que se refiere Macron no son imanes salafistas, sino padres de familia católicos. Porque no hay ninguna prueba de que los niños educados en el hogar sean excluidos de su historia y valores, más bien al contrario: son educados en el conocimiento y respeto a su historia y valores, algo que la escuela estatal francesa, socavada por el odio a la historia francesa y por ideologías disolventes, ha demostrado ser incapaz de conseguir.
De hecho, incluso el informe de la Comisión de Investigación del Senado francés sobre la radicalización islamista presentado en julio pasado tuvo que reconocer que no había encontrado ningún vínculo entre la escolarización en casa y la propagación del islamismo radical.
Además, Macron confunde no escolarización con educación en el hogar. En el marco jurídico francés actual los niños educados en el hogar no están «fuera del sistema»: todos los niños en homeschooling deben declararlo y son sometidos a controles municipales sobre las condiciones de vida de la familia y a pruebas anuales para verificar la adquisición de los conocimientos exigidos por el Ministerio de Educación para cada ciclo educativo.
Pero poco importa la realidad cuando nos topamos con una ideología que quiere erradicar todo trazo de cristianismo en la vida pública (algo que, por otro lado, no puede sorprender a nadie pues ha sido la tarea a la que lleva dedicada la República francesa desde hace dos siglos).
No se ha producido en Francia ni un solo acto terrorista cometido por alguien educado en el hogar. En cambio, varios de los terroristas que han atentado en suelo francés han pasado previamente por las aulas de las escuelas del Estado. Conclusión lógica: hay que prohibir la educación en el hogar. Lógica republicana laicista francesa, obviamente.
Macron conmociona al mundo islámico con su reivindicación del derecho a la blasfemia y son asesinadas tres personas que se encontraban en la catedral de Niza. La pandemia provocada por la Covid19 es aprovechada por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, para la «implantación de una «nueva era» basada en el principio masónico de la fraternidad». El terrorismo yihadista es aprovechado para acabar con la educación en el hogar por la que optan principalmente familias católicas que huyen del adoctrinamiento laicista de la escuela estatal francesa.
No importa lo que ocurra, al final siempre reciben los mismos. Da que pensar.
