La catedral de Notre-Dame, de nuevo amenazada

La catedral de Notre-Dame, de nuevo amenazada

Todos recordamos la profunda impresión que nos causó el incendio de la catedral de Notre-Dame de París el pasado 15 de abril de 2019. Después del primer impacto, y cuando ya quedó claro que el daño, importante, no era tan grande como para impedir su reconstrucción, llegó la preocupación por cómo iba a ser ésta. Algunas propuestas, como aquella de plantar un bosque en la cubierta superior (o incluso una piscina) o la de poner cristales tipo invernadero, nos hicieron temer lo peor: un asalto de la estética modernista a ese sublime monumento medieval. No estaba muy clara cuál iba ser la actitud de la laicista República francesa, a la postre propietaria del inmueble, pero finalmente se impuso el sentido común y el buen gusto y se apostó por una restauración respetuosa con el edificio.

Pero en este nuestro mundo no podemos respirar nunca tranquilos. El ataque puede llegar del sitio más inesperado; en este caso de quien tiene la cesión de uso de Notre-Dame, el arzobispado de París. Y es que Mons. Aupetit acaba de proponer cambiar las vidrieras de la catedral por unas encargadas a artistas contemporáneos, instalar bancos de diseño y crear un “recorrido luminoso” por Notre-Dame.

El proyecto del arzobispo de París contempla vidrieras de seis metros con creaciones basadas en el color (atrás quedaron las escenas que pretendían explicar el Evangelio o rememorar a santos), que capten la atención del visitante (turista, se entiende), acompañadas por proyecciones de versículos luminosos «muy 2020» (¿qué querrá decir con eso? ¿se referirá al coronavirus o al fallecimiento de Maradona?), sacados de los textos sagrados. Como ven, una propuesta a medio camino entre la performance y un kitsch del peor gusto.

En cuanto al mobiliario, el proyecto del arzobispo propone cambiar las sillas de madera y mimbre, frecuentes en las iglesias francesas, por bancos de diseño dotados de puntos luminosos. Según algunos testimonios de quienes han tenido acceso a las imágenes que acompañan el proyecto, la impresión está cerca de una pista de aeropuerto o de un parking. Además, se proponen letreros luminosos de neón en los pilares y la nave que conformarían un recorrido formado por caminos de luz (que algunos califican de psicodélicos) para guiar a los visitantes. Como ven, todo parecido con un lugar sagrado de culto sería pura coincidencia.

El director de La Tribune de l’art, Didier Rykner, ha tenido palabras muy duras al respecto, afirmando que “el proyecto es escandaloso e inaceptable”. Y añade: “No me opongo a los vitrales contemporáneos en sí, hay algunos ejemplos muy exitosos como en la catedral de Reims, pero allí los vitrales de Chagall se pusieron en el lugar de los que habían sido destruidos durante la guerra. Pero ahora se trata de reemplazar las vidrieras existentes, que se salvaron milagrosamente del fuego… Afortunadamente, la aguja se ha preservado en el proyecto de restauración, pero el delirio postmoderno no ceja y ataca ahora el interior de Notre-Dame. En la década de 1960 el clero francés interpretó el Concilio Vaticano II implementando un vandalismo no visto desde la Revolución Francesa en nombre de un dudoso modernismo. Así es como se deshicieron de púlpitos, altares y comulgatorios. Se trata de todo un legado que ha desaparecido y que ahora continúan destruyendo”.

Vandalismo parece una palabra apropiada para un proyecto que prevé destruir esas vidrieras salvadas del incendio para colocar unas nuevas, más modernas, en violación además de la carta de Venecia, firmada por Francia en 1964, que recomienda conservar lo existente cuando se aborda la restauración de un monumento histórico.

Notre-Dame ha escapado a numerosas amenazas a lo largo de la historia: las guerras de religión, la furia anticlerical del Comité de Salud Pública, la invasión de los cosacos en 1815, las locuras destructivas de la Comuna de París, la “Gran Bertha” durante la Primera Guerra Mundial. Obra maestra de la arquitectura medieval, fue salvada in extremis de la decadencia e incluso de la demolición por los esfuerzos de Víctor Hugo, Mérimée y Viollet-le-Duc. También ha sobrevivido al incendio de 2019 y a los intentos de desvirtuarla por parte de arquitectos haciendo gala de “originalidad” y “trasgresión”. Ahora le toca enfrentarse a un enemigo inesperado, Mons. Aupetit, arzobispo de París, repentinamente convertido en adalid del arte contemporáneo.

Un intento que Didier Rykner analiza de este modo: “Que Mons. Aupetit trate de restaurar el prestigio de la Iglesia a base de conformarse a las modas de las empresas que buscan desesperadamente publicidad gritando como único argumento “¡mirad qué moderno! ¡mirad qué moderno!, es su problema, el de un hombre temeroso de no estar alineado con los gustos de hoy en día”.

En el fondo, lo que trasluce la peregrina propuesta de Mons. Aupetit es una Iglesia que tira la toalla en lo que se refiere a atraer fieles y se contenta con convertirse en una especie de museo, un espacio de exposiciones a la última, un lugar donde las artes plásticas y escénicas se despliegan en el hollado recinto sacro para que los millones de turistas que visitan Notre-Dame anualmente puedan llevarse la grata impresión de que nuestro mundo, por fin, ha superado aquella religiosidad desfasada y la he reciclado a mayor gloria del moderno arte abstracto y conceptual.

Contradicciones de la vida, el hecho de que el Estado laico francés se adueñara de todas las iglesias del país puede ser la vía para salvar Notre-Dame de esta última arremetida del vandalismo modernista. El plan del arzobispo de París tiene que ser aprobado por la Comisión nacional de patrimonio, compuesta por 40 expertos, y que ya decidió por unanimidad reconstruir una flecha idéntica a la destruida en el incendio de 2019. Por último, se requiere el acuerdo del Ministerio de Cultura, ferviente defensor de una restauración de Notre-Dame que la deje idéntica a su estado anterior al incendio.

Definitivamente, vivimos tiempos convulsos… ¿quién nos iba a decir que veríamos a los descendientes de los jacobinos defendiendo una catedral de los ataques vandálicos de obispos?

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