¡Es la demografía, estúpido!

¡Es la demografía, estúpido!

La demografía es destino, proclama el adagio, aquí, en Rusia o en China. Tres recientes informaciones confirman la importancia de este factor.

En primer lugar, España, donde Forum Libertas señala que el impacto de nuestra bajísima natalidad ya está aquí:

La crisis profunda de la Seguridad Social se ha anticipado: el problema de fondo, la caída demográfica
Actualmente hay 2,4 afiliados por cada jubilado, cuando el límite crítico está en dos. De seguir al ritmo del mes pasado, en menos de 10 meses la Seguridad Social se hundiría. Además, el Banco de España prevé que este año desaparecerán otro medio millón de puestos de trabajo, con lo que se avecina un suma y sigue en la caída de cotizantes.
Lo más preocupante de las cuentas de la Seguridad Social es que la crisis profunda que se esperaba a partir del 2020 se ha anticipado.
¿Por qué se esperaba para 2020? La respuesta a esta pregunta viene de la mano de la jubilación de la generación del baby booom y la insuficiencia de gente en edad de trabajar para cubrir ese gasto. No era pues una causa relacionada sólo con el paro, sino más bien con la demografía. Se trataba de una causa de tipo estructural.

En Rusia, la cosa no está mucho mejor, según informa Crisis Magazine:

Cuando llegó al poder hace 12 años, Putin heredó una crisis de población catastrófica. El número de rusos estaba disminuyendo un 0,5% cada año. Una década de relativa estabilidad política, estándares de vida más altos y campañas de salud pública han incrementado la esperanza de vida para los varones desde los 58 años en 2003 a 63 años en la actualidad y la tasa de fertilidad ha pasado de 1,2 niños por mujer en 2002 a 1,6 en 2011.

Mejora insuficiente, pues sigue el artículo explicando que:

Si la tendencia no se altera, la población rusa actual de 143 millones caerá a 107 en 2050, un desastre para un país que ocupa un vastísimo territorio que contiene alrededor del 40% de los recursos naturales mundiales.

La receta de Putin: luchar contra el alcoholismo masculino, mejoras en el acceso a la vivienda y a la educación, ayudas de 250 dólares al mes por niño para las familias que tienen más de dos hijos y conseguir que los rusos étnicos que viven en el extranjero retornen a la Madre Rusia. No parece mucho para remontar una tendencia muy consolidada. Aquí se confirma que hundir la natalidad de un país es relativamente fácil, pero recuperarla es tarea de titanes.

Por último, Susan Yoshihara escribe en The Washington Times sobre el talón de Aquiles de China, que no es otro que, una vez más, la demografía:

El ascenso de China está a punto de estrellarse contra un muro. Ese muro es la demografía. Tras treinta años de política coercitiva de un solo hijo, Pekín acaba de anunciar una contracción de su fuerza laboral este año y sus dirigentes están preocupados.

Los chinos mayores de 65 años serán más de un cuarto de su población en 2050, muy por encima del 8% actual. Los que tendrán más de 80 años se multiplicarán por cinco en el mismo periodo. Pero no se trata sólo de que la población esté envejeciendo rápidamente, es que los números absolutos empezarán a caer en torno a 2029 según estimaciones de Naciones Unidas.

El otro gran problema de la demografía es que cuando quieres reaccionar es tarde: los nacidos ahora, por ejemplo, no accederán al mercado de trabajo hasta dentro de un par de décadas, demasiado tiempo.

Mientras, los Estados Unidos observan el invierno demográfico con una sonrisa en los labios. Ellos son el único país desarrollado del mundo con una tasa que les asegura el reemplazo de la población y están ya a punto de superar a China en el ratio de número de trabajadores por persona dependiente.

Una última pregunta: ¿Cómo es que nos bombardean a diario con la catástrofe que se avecina debido al calentamiento global y se guarda silencio acerca de la catástrofe, ésta mucho más cierta y segura, producida por el invierno demográfico?

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