Reflexiones polacas sobre la persistencia del comunismo

El número de esta primavera de The Intercollegiate Review (se puede acceder a la revista completa tras un registro gratuito) publica un interesante artículo del profesor polaco Ryszard Legutko sobre la situación actual en los países excomunistas del Este de Europa.

Legutko aborda la teoría del congelador: el comunismo habría congelado en un determinado momento histórico los hábitos y mentalidades de los habitantes de esos países; al caer, se habría retomado la situación precomunista. Legutko explica la debilidad de esa tesis, mostrando el tremendo impacto corrosivo del comunismo.

Además distingue entre tipos de conservadurismo, que él llama platónico, burkeano y un tercero, carente de base racional, pero que identifica la realidad que a uno le ha tocado vivir y a la que se ha acostumbrado como algo digno de afecto y lealtad. Legutko señala el error de quienes pensaban que el comunismo era incapaz de generar este tercer tipo de conservadurismo. A pesar de su naturaleza viciosa, sí lo ha hecho… pero esto no es lo peor: “Lo peor es que lo que hemos absorbido del comunismo raramente se presenta bajo el nombre de comunismo“.

Y aquí señala dos rasgos en los que hay continuidad entre comunismo y los nuevos sistemas liberales instaurados en los países del Este (también vale para los nuestros de Occidente):

- La convicción de que todo puede ser construido, de que no hay nada natural en el mundo.

- La creencia en la inevitabilidad de la historia.

Estos dos rasgos, nucleares en la ideología comunista, son también indiscutibles para las modernas mentalidades liberales. De ahí que Legutko concluya que “El comunismo fue un ejercicio de modernidad por excelencia“. De ahí también que los apparatchiks comunistas se hayan reciclado tan bien a la nueva situación política de sus países.