El nacimiento de un nuevo derecho
En su magnífico blog, clave para comprender lo que estamos viviendo, Rubén Manso acaba de glosar en un nuevo post, titulado El derecho a ser financiado, la última distorsión de este mundo de locos en que se ha convertido nuestra economía y, muy especialmente, las finanzas públicas. Tras llevar años creando y exigiendo nuevos derechos, olvidando lo que ya decía Simone Veil, a saber, que un derecho no es más que la otra cara de la moneda de un deber (y que si el deber que comporta el nuevo derecho es absurdo o inasumible, ese derecho será también absurdo o inasumible), ahora parece que hemos descubierto un nuevo derecho, de naturaleza casi universal: el derecho a que nos presten dinero. A esto se apuntan administraciones, empresas y particulares, sin pararse a pensar ni por un momento de dónde va a salir ese dinero ni sobre quién debe recaer el deber de garantizar ese nuevo y fantasioso derecho.
Les recomiendo la entrada en cuestión; que les hará pensar y pensar bien. Sólo un matiz a su conclusión final: no todos hemos consumido más bienes y servicios públicos de los que hemos pagado con nuestros impuestos y algunos llevamos incluso años despotricando contra esa dinámica, mostrándonos nada encantados y denostándola cuando casi nadie lo hacía. Lo cual, me temo, no nos servirá de nada a la hora de tener que pagar por el dislate en que nuestro país lleva viviendo desde hace años; pero que al menos quede constancia (y ahí está la hemeroteca para confirmarlo) de que algunos no aplaudimos en su momento.