Un Estado todopoderoso e impotente a la vez

Aún recapitulando sobre mis lecturas veraniegas, entre las que se encuentra la biografía de Maurras escrita por Giocanti y editada por El Acantilado, encuentro una reflexión del pensador francés sobre la Francia de su tiempo que me parece que es de una sorprendente actualidad en nuestra España actual.

Escribe Maurras en referencia a la República francesa de hace un siglo lo siguiente: “El Estado, que se encarga de todo hoy en día, incluso de hacer escuelas y de vender cerillas, es impotente para cumplir su función de Estado”.

Hoy en día el Estado se sigue encargando de todo… y de mucho más. Sigue haciendo escuelas, pero además trabaja para ahogar las que no controla, y en vez de vender cerillas reparte bombillas de bajo consumo. Llega incluso a hacer cosas que para cualquier persona de hace un siglo serían inconcebibles, como por ejemplo llevarse a los ancianos de vacaciones.

Si volvemos la mirada a nuestro país y nuestro presente vemos este fenómeno en clara aplicación: el caso Bolinaga, los ataques a la Casa Baleztena, las comunidades autónomas quebradas y desafiantes… el panorama de este verano nos deja a un Estado incapaz de hacer lo que le compete, de cumplir su función. Por el contrario, ignorando el sencillo principio de subsidiariedad (sencillo conceptualmente, dificílismo el que se aplique, como podemos observar a diario), el Estado se esfuerza por inmiscuirse cada vez más en nuestras vidas. Hace lo que no le toca y al mismo tiempo es incapaz de cumplir con lo que es su tarea. Y así vamos, como la República francesa de principios del siglo XX, derechitos al desastre.