Sobre Chile y cómo puede un descarrilar un país

Sobre Chile y cómo puede un descarrilar un país

La semana pasada tuve la oportunidad de escuchar en directo al ministro de economía chileno, Felipe Larraín. Más allá de la sana envidia que en un español suscita el saber que la última emisión de bonos chilenos ha sido colocada al 2,38% (en España, gracias a la confianza que provoca nuestra economía, nos estamos financiando por encima del 5%), me ha interesado un comentario que considero que nos debería hacer reflexionar.

Larraín explicaba que su país, Chile, está a punto de poder ser considerado un país desarrollado, pero al mismo tiempo advertía de que no se puede bajar la guardia y hacer concesiones populistas. Y daba el siguiente dato: de los 60 países que hace un siglo se consideraba que iban a dar el salto al grupo de países desarrollados, sólo 10 lo han conseguido cien años después. ¿Por qué tantos descarrilaron por el camino? Estaban a punto de conseguirlo, ya casi tocaban la prosperidad, pero en vez de seguir trabajando duro fueron incapaces de resistir las presiones sociales para gozar, prematuramente, de los beneficios de esa prosperidad que tenían al alcance de sus manos. El poder político decidió comprar paz social, empezó a repartir fondos, subsidios, etc., el Estado empezó a crecer y crecer y la espiral populista llevó al fracaso y la quiebra de aquella prometedora situación económica.

Una triste historia que, por desgracia, ha sido lo más habitual y que me hacía pensar en España. Quizás también nosotros hemos gastado más de lo que teníamos, confiados en que ya éramos una de las economías principales en el mundo y convencidos de que las vacas gordas no iban a terminar.

Chile ha vivido fuertes protestas por parte del movimiento estudiantil, pero el ministro Larraín respondía a una pregunta al respecto que su gobierno no iba a ceder ni un ápice a sus demandas pues supondría poner en peligro la magnífica oportunidad que tiene Chile de dar ese salto. Sus palabras fueron que el gobierno tiene la responsabilidad de hacer lo que hay que hacer, no la de comprar paz en las calles. Igualito que por estos lares.

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