Una historia de extracción de órganos

Lo leemos en Il Giornale y, más allá de su vertiente de humor negro, nos parece una noticia que refleja hacia donde nos encaminamos. Porque no se trata de un chiste, sino de una historia real.

Carina Kim, joven de veinte años, sufrió el pasado mes de octubre un tremendo accidente de tráfico. Trasladada al hospital de Aarhus, en Dinamarca, los médicos telefonearon a sus padres para decirles que su hija no tenía ninguna posibilidad de salir adelante y que iban a proceder a extraerle los órganos. Pero justo cuando estaba ya todo preparado, con Carina ya en el quirófano, la joven se despertó y, dando un grito, preguntó a los presentes qué le estaban haciendo. Pasadas unas semanas, Carina ya anda e incluso ha vuelto a montar a caballo, su afición favorita.

El padre de la chica ya ha puesto una denuncia contra el equipo médico: “¡Esos criminales de bata blanca han renunciado a curar a mi hija porque querían un donante!”, ha tronado el indignado progenitor.

Váyanse acostumbrando, porque en la vida no hay compartimentos estancos. Los mismos médicos que practican abortos, que eutanasian enfermos, que descartan embriones, son capaces de esto y de muchas otras cosas. Bienvenidos al mundo de la medicina posthumana.