El Tribunal sobre la ex Yugoslavia: Demostración palpable de que la justicia internacional no existe
La semana pasada el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia declaró al antiguo primer ministro de Kosovo, Ramush Haradinaj, no culpable de las acusaciones contra él por los crímenes cometidos durante su periodo como comandante del Ejército de Liberación Kosovar. La semana anterior había emitido idéntico veredicto para dos generales croatas, Gotovina y Markac, acusados de crímenes durante la Operación Tormenta de 1995. Después de estos veredictos, el presidente serbio Tomislav Nikolic ha emitido un comunicado en el que afirma que el Tribunal confirma así que es meramente un Tribunal para condenar únicamente los crímenes serbios (que existieron, es indudable). Y no le falta razón.
En realidad el tribunal se estableció en 1993 para juzgar crímenes de guerra en los Balcanes y fue el primer Tribunal de este tipo desde el de Nuremberg. Luego vendrían los Tribunales para Ruanda y Timor Este, y ya en 2002, el establecimiento de un Tribunal Penal Internacional permanente. Careciendo serbia de apoyos en Occidente, desde un primer momento se hicieron recaer todas las culpas en los serbios, mirando para otro lado cuando se cometían atrocidades por parte de croatas o musulmanes bosnios.
Cuando se produce la guerra en Kosovo, éste esquema va a reproducirse y va a justificar la quiebra de toda legalidad internacional en nombre de frenar a Serbia. Fue lo que defendió Tony Blair en su famoso discurso de Chicago. Y así se hizo
Luego, la actuación del Tribunal Penal especial ha sido claramente parcial, como las recientes sentencias confirman. Por ejemplo, el General serbio Krstic, al mando de las tropas serbias en Srebrenica, fue condenado a pesar de que se pudo demostrar en el juicio que él no conocía los crímenes cometidos allí, no había participado en los mismos ni había dado órdenes en ese sentido. Por el contrario, ahora vemos como los generales croatas Gotovina y Markac son declarados no culpables por la Operación Tormenta, la mayor operación de limpieza étnica del Ejército croata, que expulsó a 250.000 serbios de la región croata de Krajina. Estamos pues asistiendo a un Tribunal internacional que aplica criterios con, por decirlo elegantemente, una enorme flexibilidad.
Antiguamente se decía que mejor no meterse en pleitos, aunque tuvieras razón; el modo cómo funcionan estos Tribunales internacionales confirma y refuerza esta apreciación. Desde luego, estamos muy lejos de poder hablar de “justicia internacional”.
