Francia se lanza a espiar a los católicos

Francia se lanza a espiar a los católicos

Me parece que no le hemos dado la suficiente importancia al último movimiento del laicismo, en este caso en la Francia de Hollande. El caso es que como ya informaba Religion en Libertad, el gobierno francés ha decidido crear un “Observatorio Nacional de Laicidad” que pretende monitorizar (una palabreja proveniente del ámbito médico) e incluso disolver grupos que, según su criterio, difundan patologías religiosas. O sea, que se va a dedicar a espiar a los católicos y a perseguirlos si molestan demasiado. Orwell o Huxley no hubieran imaginado mejor un Estado totalitario, espía y policial.

En la presentación del proyecto, el ministro del Interior Francés y miembro del Gran Oriente de Francia, Manuel Valls, citó al Institut Civitas, que se ha destacado por su oposición al proyecto de matrimonio entre personas del mismo sexo del gobierno socialista francés y dijo que estaba en los límites de la legalidad y que todas sus actuaciones se estaban vigilando y registrando minuto a minuto. Curioso, pues o se está dentro de la legalidad o fuera, pero no existe un centro de la legalidad, ocupado por los laicistas, y una periferia, a la que los católicos estaríamos condenados. O a lo mejor, para el concepto de legalidad de Valls sí existe esa periferia y la legalidad es sólo una palabra vacía de contenido que el gobierno laicista va redefiniendo a su antojo. Lo que hoy es legal, mañana es delito de opinión porque así lo he decidido yo.

Y seguía Valls advirtiendo de que “el objetivo no es combatir las opiniones con la fuerza, sino detectar cuando una opinión se convierte en potencialmente violenta. El objetivo es identificarla cuando se puede intervenir para tratar lo que se ha convertido en patología religiosa“. O sea, que no es suficiente con respetar la legalidad, al monstruo democrático-totalitario le basta con intuir que quizás puedes llegar a quebrarla. Esto le basta para actuar. Primero con programas de reeducación, como en la China de Mao, y si el paciente no responde, con todo el dolor del mundo, extirpándolo del cuerpo social. Eso sí, intentando aplicar una técnica poco dolorosa (aunque ya se sabe, en estos casos, nunca se puede asegurar que no habrá dolor).

En todo este perverso plan se advierte también el empleo del lenguaje médico para tratar la religión como una enfermedad, individual y social, que hay que vigilar, como quien se hace un chequeo anual, y que en caso de que se extienda hay que extirpar sin miramientos. Estoy leyendo estos días el libro LTI, La Lengua del Tercer Reich, de Victor Klemperer, y allí señala cómo uno de los factores que hicieron posible el Holocausto judío fue el uso del lenguaje, y más en concreto, la generalización de expresiones que no aplicaban la categoría de humano a los judíos. No es pues baladí que la religión sea presentada como una patología y los católicos como enfermos. Por desgracia sabemos bien dónde se puede acabar.

Eso sí, a Valls no le parece nada patológico su intento de implantar una asignatura de moral laicista en las escuelas francesas y no tiene empacho en decir, al respecto, que “el secularismo no es simple tolerancia. Es un conjunto de valores que debemos compartir“. Y como te resistas a compartirlos… nada de tolerancia, o reeducación o prisión (y no sigamos más).

Bueno, el viejo laicismo vuelve a mostrar, ahora que está en el gobierno y no tiene porqué disimular, en qué consiste. Y ahora, a modo de entrenamiento, repitan conmigo:

La guerra es la paz.

La libertad es la esclavitud.

La ignorancia es la fuerza

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