Bioarqueología: lo que nos define como humanos

Bioarqueología: lo que nos define como humanos

Lorna Tilley es una arqueóloga de la Universidad Nacional de Australia que está impulsando una rama de su ciencia bautizada como bioarqueología. La bioarqueología se centra en analizar restos humanos prehistóricos e inferir a partir de ellos enfermedades y discapacidades y, por lo tanto, conocer mejor el modo de vida de nuestros antepasados.

Así, se parte de la premisa de que muchas patologías (no todas) dejan huellas en los huesos o en órganos de los que quedan restos que podemos hallar. Por esas huellas podemos inferir una enfermedad o discapacidad concreta, que requiere acciones concretas y la acomodación de un ser incapaz de realizar las funciones normales en su sociedad. Evidentemente hay muchos aspectos que siempre desconoceremos, pues disponemos básicamente de los datos que nos aportan los huesos, pero algo sí podemos saber. Por ejemplo, la reacción fisiológica ante una tuberculosis es la misma ahora que entonces, por lo que podemos hacer una estimación razonable del impacto que podría tener en la vida de los hombres prehistóricos y cómo podía limitar su participación en las tareas básicas de la comunidad en que vivían. Aunque hay muchos aspectos que desconocemos (¿qué conocimiento tenían de los remedios herbales?), hay prácticas básicas de las que sí podemos estar ciertos: una hemorragia debe de ser cortada, una persona paralítica debe de ser alimentada, limpiada y movida con regularidad para ayudar a la circulación y evitar úlceras, una persona con fiebre alta debe de ser hidratada.

Partiendo de estas bases, limitadas, como todo lo que trata de la prehistoria, pero razonables, los arqueólogos han ido encontrando casos curiosos. Como el Neandertal Shanidar 1 que sobrevivió con una fractura craneal, la amputación del brazo derecho y osteomelitis, lo que indica que necesitó cuidados y atención especial. O Romito 2, nacido en el Mesolítico con una forma mesomélica de enanismo y que sobrevivió en la montañosa Calabria de la época a pesar de padecer anormalidades en sus extremidades que le impedían cazar. O el reciente descubrimiento en Vietnam de un hombre del Neolítico que sobrevivió hasta la edad adulta con una parálisis total de cintura hacia abajo y severas limitaciones en la mitad superior de su cuerpo.

Estas personas, enfermas o discapacitadas, sobrevivieron por el cuidado de sus familias y comunidades, un rasgo clave y constante en la humanidad (con pruebas arqueológicas de, como mínimo, hace 100.000 años) que no encontramos en otras especies. El grupo en que vivían les mantuvo con vida, a pesar de que los enfermos e inválidos no les eran útiles, en una demostración que la compasión es inherente al ser humano. Sin dicha compasión de sus semejantes hubiesen muerto enseguida, dicen los expertos. Y es que el cuidado por aquellos que no son capaces de cuidarse por sí mismos ha sido un comportamiento constante y que, podríamos decir, nos define como humanos.

Valga esta reflexión en una sociedad que cada vez cuida menos de sus enfermos y discapacitados y que, al contrario, con cada vez mayor insistencia, les ofrece la muerte como la mejor salida. O sea, al contrario que nuestros antepasados prehistóricos, cada vez somos más inhumanos.

Escriba un Comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>