Cuando la vida se parece cada vez más a una novela… y más bien a una de terror

Cuando la vida se parece cada vez más a una novela… y más bien a una de terror

La diferencia entre nuestra vida real y las distopías literarias (Orwell, Huxley, Benson, Bradbury…) se reducen día a día. El último movimiento, proveniente del Reino Unido, se recubre, como siempre, de preocupación por nuestro bien.

Lo cierto es que para la burocracia estatal el argumento de velar por nuestra salud se une a la necesidad de ajustar costes sanitarios. Así, el servicio de sanidad pública británico, según informa el Daily Mail, va a obligar a entregar datos confidenciales que serán almacenados en un gigantesco archivo y dónde se podrá conocer, de cada persona, la evolución de su peso, colesterol, índice de masa personal, presión cardíaca, enfermedades padecidas, antecedentes familiares y hábitos de consumo de alcohol y de tabaco, además de cualquier diagnóstico, desde un cáncer a una enfermedad mental.

Algunas voces se han alzado para denunciar el fin de la confidencialidad de los datos de cada persona; la respuesta es que, en efecto, es un pequeño sacrificio en aras del mantenimiento del Estado del bienestar y que hay que estar tranquilos, pues el Estado cuida de nosotros.

El problema es que siempre hay desconfiados, normalmente lectores de novelas sobre distopías aterradoras. Pronto, como ya sugiriera Ray Bradbury, esos libros nocivos que envenenan las mentes de los jóvenes y les hacen desconfiar de Papá-Estado, serán pasto de las llamas. ¡Viva el progreso!

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