Reflexiones ante la momia de Chávez

Reflexiones ante la momia de Chávez

He pasado unos días en Buenos Aires y lo primero que me llamó la tención fue los numerosos carteles de homenaje a Hugo Chávez con los que los grupos que gravitan en torno al “cristinismo” habían empapelado la ciudad. Era, claro está, antes de la elección del Papa Francisco, que por mucho que se empeñe Maduro en decir que Chávez ha influido en la misma, ha eclipsado los fastos en honor del caudillo bolivariano.

El caso es que incluso escuché a algunos políticos pidiendo que la momia de Chávez (bueno, no dijo momia, sino cuerpo embalsamado, que es lo mismo) viajara hasta Argentina. Esto me hizo pensar en el gusto de los revolucionarios comunistas por ser embalsamados: Lenin, Mao, Ho Chi Minh, Kim Il Sung y Kim Jong Il, y ahora Hugo Chávez. Y pensaba en la contradicción de una ideología, el marxismo, materialista, que pone el énfasis en las fuerzas colectivas y económicas que dominan la historia pretendidamente de forma ineluctable, para quien el individuo no es nada frente a esas dinámicas, rindiendo un culto idolátrico al líder, al hombre escogido, al individuo providencial. ¿Acaso no les resulta evidente a los propios marxistas esta flagrante contradicción? Si el comunismo debe llegar por la propia dinámica de las fuerzas materiales económicas, ¿a qué ese culto por los “grandes timoneles”?

Aunque no doy la cuestión por cerrada, creo que la clave está en entender que el marxismo como sistema de pensamiento ha sido siempre un fracaso, ignorado incluso por sus más entusiastas seguidores, y que toda su fuerza reside en su naturaleza religiosa, una religión secular, sustitutiva de la verdadera, un mesianismo terreno, de dónde ha extraído toda su fuerza y su capacidad para entusiasmar a tantos.

Mientras estaba madurando esta idea, ha llegado a mis manos un interesante artículo de Anthony Esolen sobre Whittaker Chambers y su libro, Witness, sobre las tramas de espioinaje prosoviéticas en Estados Unidos durante la década de los 50. Allí encuentro esta cita de Chambers: “los comunistas son esa parte de la humanidad que ha recuperado el poder de vivir o morir – de dar testimonio- por su fe”. Para Chambers, él mismo comunista durante un periodo de su vida, el comunismo es la segunda fe más antigua, la del hombre que se quiere hacer Dios. Creo que desde esta perspectiva podemos entender un poco mejor la morbosa costumbre de embalsamar a los “amados líderes”, un patético intento, por otra parte, de ocultar lo evidente, que al final el que es ineludible es el Dios verdadero.

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