Un poco de ciencia en esto del matrimonio

Un poco de ciencia en esto del matrimonio

Pasan los años y perdura mi perplejidad. Perplejidad por un país, el mío, donde nunca pasa nada, que contempla su propio hundimiento fumándose un puro, que fracasa sistemáticamente en las evaluaciones de su educación, que rompe todos los récords de desempleo… y donde sólo parece importar el fútbol.

Otra de las perplejidades que no consigo superar es la ausencia de debate argumentado, racional, basado en datos. Con contadísimas excepciones, aquí nadie argumenta, sino que reina el dogmatismo ideológico y ciego ante la realidad. Entre esas escasas excepciones se encuentra el Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS) dirigido por Josep Miró.

Me acaba de llegar un texto del INCAS que se hace eco de un trabajo realizado en México por Fernando Pliego, titulado Familias y bienestar en sociedades democráticas, que analiza 351 publicaciones provenientes de 13 países (que abarcan Europa, América, Asia y Oceanía) y que tiene por objeto algo muy concreto: determinar si los adultos casados que viven con sus hijos tienen mejores niveles de bienestar que otros tipos de convivencia, lo cual exige establecer si existe una relación estadística significativa entre los indicadores de bienestar y aquel tipo de familia.

Los resultados son concluyentes. Los adultos casados y los hijos menores de edad que viven con sus dos padres biológicos, tienen un bienestar muy superior a otros tipos de emparejamientos.

Los datos son contundentes y además significativos, pues las muestras de los estudios analizados son muy grandes (en algunos trabajos más de 100.000 casos). En resumen, analizando rendimiento educativo, seguridad física, cohesión familiar, salud física y sexual, bienestar subjetivo y situación económica, los matrimonios estables consiguen un mayor bienestar en una relación del 84,7% contra el 2,1% que no lo consiguen. Sus hijos, también alcanzan un mayor bienestar en una proporción que se sitúa en el 86% con un porcentaje del 0,3% que no lo consigue.

A la hora de explicar la causa de este tremendo éxito del matrimonio estable, el autor del estudio lo atribuye a lo que llama un vínculo especial de solidaridad donde las personas comprometen mutuamente aspectos importantes de su vida.

Si estuviese probado que hay un alimento con efectos enormemente positivos para la población y el gobierno se dedicara a desacreditarlo y a hacer su obtención mucho más difícil, al tiempo que promocionara otro tipo de alimento que está probado que es nocivo, definiríamos a ese gobierno, no sin razón, como criminal. Pues es exactamente lo que ocurre con la institución del matrimonio, donde parece que lo único que cuenta es la ideología sesentayochista, a la que sacrificamos la felicidad, salud y bienestar de nuestros contemporáneos. Mal negocio este de ignorar la realidad e imponer nuestros desvaríos ideológicos.

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