El sexo salvaje es cosa de sociedades decadentes (como la nuestra)

Escribe Fabrice Hadjadj en su libro La profondeur des sexes (recientemente traducido al castellano) lo siguiente en referencia al sexo “salvaje”:

La bestialidad entre nosotros es tardía: pertenece a esas civilizaciones refinadas que creen que todo les está permitido y que, por eso, entran en su fase decadente. El hombre primitivo empleaba con la mujer un ritual de lo más puntilloso. Imaginaos su estupor: él vertía en ella ese licor ópalo y, nueve meses más tarde, ella se lo restituía con un hombre, ¡el futuro chamán de la tribu! ¿Cómo no temblar ante este alambique de prodigios? ¿Cómo no arrodillarse ante el caldero de los espíritus? No se podía tratar a la mujer más que con una deferencia asfixiante, revistiéndola de símbolos, esculpiéndola en piedra.

No resulta difícil reconocernos en esta descripción. De aquel estupor ante la magia del engendrar a un nuevo ser humano (que Chesterton se empeñaba en recordarnos) hemos pasado a la banalización y al panerotismo que degrada el sexo. En vez de campañas contra el maltrato de mujeres que no hacen más que cosechar fracasos, nuestra decadente sociedad bien podría recuperar aquella mirada ante el sexo. Seguro que las mujeres saldrían mucho mejor paradas.