Moratoria episcopal de entrevistas

Moratoria episcopal de entrevistas

Es la propuesta que hace Giuseppe Tires desde La Nuova Bussola Quotidiana. Lo primero que se me vino a la cabeza fue, claro, Kasper sobre la comunión a los divorciados, Galantino sobre los que rezan el rosario ante los centros abortistas y Schönborn felicitando a “Conchita Wurst”.

Pero la argumentación de Tires es más profunda y me parece muy atinada. Escribe lo siguiente:

Me gustaría hacer una propuesta simple: que los obispos y cardenales no den más entrevistas de cualquier tipo, en cualquier periódico. Al menos durante un cierto tiempo. Que se tomen un año sabático. Nosotros, simples fieles, necesitamos un “apagón”, un periodo de silencio mediático de nuestros pastores, para recuperarnos de la confusión y del desconcierto. No podemos más.

No es necesario que los cardenales y obispos hablen de todo, y constantemente, que se contradigan entre sí, que se critiquen el uno al otro en la prensa, expresando sus puntos de vista personales, que revelen cuestiones sujetas al secreto, anticipando las conclusiones de un Sínodo que todavía no ha comenzado, que den juicios sobre esto y lo otro, revelando cuál será la próxima encíclica del Papa con filtraciones, avances, interpretaciones, advertencias o previsiones. Los fieles quedamos desorientados.

El cardenal Kasper está continuamente hablando de la comunión de los divorciados vueltos a casar y de otras mil cuestiones, viaja por el mundo dando conferencias y concediendo entrevistas, como el líder de un partido que está dispuesto a dar la batalla en el próximo Sínodo. El cardenal Maradiaga ha criticado a su colega Müller no en una conversación privada, sino en las páginas de Tegespost. ¿No podía reunirse con él y tener una charla? Ahora Monseñor Galantino confunde a todos con frases como mínimo ambiguas y confusas. Dentro del pequeño grupo de cardenales encargados de la reforma de la curia los comentarios inoportunos son frecuentes. Y se trata de un grupo de cardenales con una enorme responsabilidad.

Todos hemos ya entendido que entre los cardenales hay miles de posiciones sobre los temas del próximo Sínodo. Nunca se había visto tanta cháchara antes de un Sínodo. ¿Por qué no se callan y las cosas que tengan que decir no las dicen en el Sínodo? ¿O por qué no se reúnen y se dicen todo lo que tangan que decirse a puerta cerrada? Los fieles están alarmados y muchos se temen que esta cháchara constante continúe también después del Sínodo. No es un buen ejemplo de responsabilidad. En las cosas que ellos tratan desenvueltamente en sus entrevistas a los periódicos los fieles empeñamos la vida. Luego, se dice, el Papa hará una síntesis. Pero también esto puede distorsionar las cosas: como si el Papa fuera el que media entre las posiciones de una confrontación y la verdad, que el Sínodo enseñará, fuera sólo el resultado de una síntesis dialéctica.

En este último período obispos y cardenales parecen políticos que se hablan en código a través de los periódicos. Se critican las declaraciones de los jueces que, se dice, deberían hablar sólo a través de sus actos. ¿Por qué no hacen lo mismo también los obispos y cardenales? Hablen con declaraciones, con mensajes, con homilías y cartas pastorales, en definitiva, con actos de Magisterio, no con cuatro comentarios improvisados frente al micrófono de un periodista. Que lo hagan al menos por un tiempo, para que podamos recuperarnos de nuestro aturdimiento.

Hay uno que dice: pero eso no es el Magisterio. De acuerdo, y entonces los pastores, o sea, el magisterio, ¿para qué sirve? La inflación de tanta cháchara no ayuda, las gente no siempre somos capaces de distinguir, las manipulaciones están al acecho, la inflación neutraliza la importancia de las intervenciones, de modo que incluso las intervenciones verdaderamente importantes se interpretarán como un chisme. Obispos y cardenales deben hablar poco, aunque sólo sea porque entonces, cuando hablan, lo que dicen tiene peso.

Es sorprendente que, después de haber constatado durante estos decenios cuánto pueden pesar las deformaciones que los medios lanzan sobre las cuestiones de la fe – han sido capaces de deformar todo un Concilio – se concedan aún entrevistas improvisadas para después liarse en un embrollo de desmentidos cuando el daño es ya irreparable. No se entiende esta manía de aparecer en hombres de gran responsabilidad en la Iglesia, no se entiende a quién o qué quieren provocar, no se entiende esta rendición a la lógica del mundo y del espectáculo.

Hace algún tiempo estalló el caso Vatileaks, pero esto es también una especie de Vatileaks, un goteo continuo de indiscreciones, ataques indirectos, ambigüedades, conceptos al filo del cuchillo, afirmaciones y desmentidos. Y quienes soportan esto son los fieles.”

Cualquiera con un poco de sentido común se sentirá reflejado en estos comentarios. Ojalá estas palabras no caigan en el vacío.

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