A propósito de Gaza

A propósito de Gaza

Hemos leído acerca de manifestaciones pacíficas de civiles, organizadas por  la sociedad civil de Gaza para reclamar el derecho al retorno de los palestinos, reprimidas por militares israelíes sedientos de sangre. En definitiva, una colección de tópicos que distorsionan la realidad de lo ocurrido.

Empezando por la noción de sociedad civil independiente en Gaza, una ficción sin base alguna que no resiste el más mínimo análisis. Lo cierto es que las manifestaciones, bautizadas como la “Gran Marcha de Retorno“, han sido impulsadas y dirigidas por Hamás, la organización islamista hegemónica en Gaza, un grupo que gobierna en aquel territorio desde 2007 con mano de hierro y que está considerado, tanto en Europa como en los Estados Unidos, como una organización terrorista. No es éste el lugar para hacer un repaso a sus acciones, pero cualquier visita a la hemeroteca confirma con facilidad el sangriento historial de Hamás.

El objetivo de las manifestaciones no era una mera demostración pacífica, sino que había sido expuesto con claridad en la propaganda de los propios organizadores: violar la frontera de Israel. Por desgracia, 17 personas fallecieron en este intento, como la prensa ha informado reiteradamente. De lo que no se ha informado tanto es de que entre los fallecidos se encontraban al menos 11 miembros de las organizaciones terroristas Hamás y Yihad islámica, cuyas intenciones pacíficas una vez franqueada la frontera con Israel son, al menos, dudosas.

Una de las acusaciones que ha recibido Israel estos días es también la de inhumanidad por retener el cadáver de uno de los fallecidos, que no ha sido entregado hasta el momento. El problema que subyace a esta acusación es que se nos explica solamente una parte de la historia, cierta, pero que adquiere una nueva perspectiva cuando se conoce al completo. En concreto, el cadáver en poder de Israel es retenido a la espera de que pueda ser intercambiado por los cadáveres de soldados israelíes en manos de Hamás, que rechaza entregarlos si no es a cambio de terroristas encarcelados en prisiones israelíes.

Tampoco parece que el número de heridos, que algunos medios cifraban en miles, haya sido ni mucho menos de esa magnitud. Como ya vimos durante los disturbios del 1 de octubre en Cataluña, cualquier manipulación vale a la hora de hinchar unas cifras muy difíciles de contrastar y que después, aunque sean desmentidas por informes independientes, es casi imposible arrancar del imaginario colectivo. La aceptación acrítica por parte de la prensa internacional de las cifras suministradas por Hamás no es solo una mala praxis periodística, sino que implica una complicidad culpable en esta vasta operación de intoxicación informativa.

Pero aún hay más. Es verdad que entre la multitud que participó en las manifestaciones no sólo había terroristas. Entre quienes no formaban parte de Hamás o de la Yihad islámica (la mayoría de los participantes en la marcha) abundaban los niños, empleados como escudos humanos, una práctica habitual entre los grupos islamistas de la región.

Por supuesto, todo lo señalado hasta aquí no quita que algunos soldados israelíes actuaran inadecuadamente o que se pudieran haber utilizado otros medios para evitar los sangrientos choques que eran, precisamente, lo que Hamás deseaba. El diario israelí Haaretz, por ejemplo, ofrece una visión crítica de la actuación del Ejército israelí compatible con lo que hemos expuesto.

Un último apunte sobre la desesperada situación que se vive en la franja de Gaza. La situación, como siempre que se analizan las cuestiones en profundidad, es compleja y no puede ser reducida a un solo factor, pero llama la atención de forma llamativa el contraste entre Gaza y el resto de territorios en manos de la Autoridad Palestina. Es razonable pensar que el hecho de que Hamás haya gobernado desde el momento en que los israelíes se retiraron de la Franja haya tenido influencia en la catastrófica situación en que viven los palestinos de Gaza en comparación con aquellos que lo hacen en lo que los palestinos denominan Cisjordania. En esta poco más de una década de gobierno de Hamás, las estructuras productivas han casi desaparecido mientras Hamás invertía enormes cantidades de fondos, recibidos principalmente de Irán y Qatar, en misiles y túneles, en coherencia con su objetivo, anunciado a los cuatro vientos, de aniquilar a Israel y borrarlo del mapa. Los factores son múltiples, decíamos antes, pero parece evidente que la actuación de Hamás supone el principal freno a cualquier esperanza de un futuro mejor para los palestinos de Gaza.

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