La “resurrección” de la Estrella del Mar

La “resurrección” de la Estrella del Mar

Leo un artículo en el Catholic Herald titulado “Bring your parish back to life”. Lo primero que pienso es que se tratará de uno más en una larga lista de artículos recientes que tratan sobre este tema. Normal. Muchas parroquias languidecen pero, al mismo tiempo, hay experiencias de revitalización muy notables. Mi impresión es que hay muchas fórmulas pero que suele escasear el sujeto, vibrante de celo apostólico, necesario para aplicarlas.

En cualquier caso, lo que me ha llamado la atención sobre lo que explica el Padre Joseph Illo que está sucediendo en la parroquia Star of the Sea de San Francisco es que lo que están haciendo es básicamente lo de toda la vida… que quizás tenemos un poco olvidado. Con resultados sorprendentes: un crecimiento del 12% anual en asistencia a misa durante los últimos diez años (ya se sabe que a los norteamericanos les gusta medirlo todo).

El Padre Illo dice que se basan en las tres leyes de San Próspero de Aquitania: lex orandi, lex credendi y lex vivendi. Rezar, creer, vivir, el modo en que lo hacemos. Y explica que hay que encontrar el equilibrio en los esfuerzos, y en el presupuesto, que se dedica a cada una. Su receta es empezar por convertir la parroquia en escuela de oración, en palabras de san Juan Pablo II. Si el Cura de Ars empezó su ministerio comprando nuevos vasos sagrados y vestimentas, en Star of the sea empezaron haciendo que la iglesia y la liturgia fueran bellas, luminosas, y la música que acompaña la liturgia estuviera también cuidadísima. Tanto que llegaron a dedicar el 25% del presupuesto de la parroquia a la música.

Una vez conseguido un entorno bello, lo “rellenaron” con cosas tan “innovadoras” como muchas horas de disponibilidad de confesores y adoración eucarística perpetua. Y se gastaron 300.000 dólares en una capilla eucarística donde el Santísimo estuviera rodeado de la máxima belleza de la que somos capaces.

Luego la catequesis, en la que usan la catequesis del Buen Pastor, las homilías, que tienen que ser lo bastante buenas para ser publicadas en la web de la parroquia, y un equipo de comunicación que se encarga de difundir la Buena Nueva.

Por último, Caridad. Empezando por los cuatro sacerdotes de la parroquia, que comen juntos, rezan juntos el rosario y rezan laudes y vísperas junto con muchos feligreses. Y siguiendo por los más desamparados, rezando semanalmente ante un centro donde se realizan abortos. Para acabar con los que no tienen hogar, organizando en colaboración con las monjas de la Madre Teresa un comedor en la propia parroquia.

Y todo ello bajo la protección de la Virgen, a quien la parroquia se ha consagrado.

Nada de todo esto es ninguna novedad, no hay aquí descubrimientos inéditos ni ninguna sorpresa, sino lo de siempre hecho con ese entusiasmo que nace de una fe viva.

Un último comentario del Padre Illo me ha acabado de convencer: “la asistencia a misa y las actividades son buenos frutos, pero el mejor fruto de cualquier parroquia son las familias católicas sanas. ¿Se casan los parroquianos y se mantienen fieles? ¿Tienen niños?”.

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