Gasparro: el pintor –teólogo que no deja indiferente

Gasparro: el pintor –teólogo que no deja indiferente

Mucho se habla acerca de la importancia de la belleza en un mundo en el que la fealdad nos acecha en cada esquina (la cita de Dostoievski es aquí de rigor). Mucho se habla, en efecto, pero no es tan frecuente toparse con ella entre las obras de nuestros contemporáneos. Por eso impacta tanto cuando te la encuentras de frente. Es lo que me ha ocurrido al tener noticia de un joven pintor (acaba de cumplir 36 años) natural de Bari. Se llama Giovanni Gasparro y tras su pintura hay una potente reflexión que vale la pena conocer.

Pero lo primero es lo primero. En su web oficial pueden hacer un recorrido por su obra, que a mí me ha traído a la cabeza a Caravaggio o a Ribera y que tienen una fuerza y expresividad que hacía tiempo que no veía en un artista actual. Con el uso, peculiar, de la multiplicación de miembros o la como sobreimpresión de gestos, que logran un efecto un tanto perturbador pero que introducen un dinamismo muy peculiar en sus obras. Como en esa “Incredulidad” en la que no es solo Santo tomás quien mete el dedo en la llaga:

 

Otras muestras de la obra de Giovanni Gasparro son este “Jesús y Barrabás”:

 

O esta sugerente “Ecce Ancilla Domini” (He aquí la esclava del señor):

 

Vale la pena detenerse en los comentarios del propio autor: “Este cuadro está vinculado a la iconografía mariana de la Anunciación. Al no ser una obra de arte sacra, esto es, destinada a una función litúrgica o para un lugar de culto, sino solo una trasposición pictórica de inspiración evangélica, he podido concederme algunas licencias, omitiendo la figura del arcángel Gabriel, haciendo que se perciba su presencia a través de la luz que se irradia en la habitación. La composición juega con los tonos blancos, aludiendo a la pureza virginal y perpetua de la Virgen. María abre los brazos en signo de aceptación del mensaje divino, como en la iconografía oriental y bizantina. Al hacerlo, proyecta una sombra sobre la pared a su espalda que aparece como la forma del Crucificado. En la Anunciación he querido condensar la prefiguración de la Crucifixión de Nuestro señor. El inicio de la vida humana de Jesús en el vientre de su madre y la muerte en la Cruz”.

Seguimos con algunos retratos, fácilmente reconocibles:

 

 

 

Y la famosa escena del bofetón de san Nicolás de Bari al heresiarca Arrio:

 

O este magnífico lienzo titulado “Corredención”:

 

Pasemos ahora al personaje. La biografía en su web empieza declarando que Giovanni Gasparro “nació en Bari el 22 de octubre de 1983 y fue bautizado el 18 de diciembre del mismo año”. Todo un manifiesto de este artista que no renuncia a encarnar su fe a través de sus obras, lo que ha llevado a algunos a señalar que su pintura es un desafío abierto al nihilismo contemporáneo en nombre de un apasionado amor por lo sagrado que se hace carne.

Gasparro, además de brillantísimo pintor, no tiene pelos en la lengua. En una entrevista publicada en Tempi dice cosas como éstas:

No me gusta el victimismo y la ostentación de pequeños y grandes martirios personales, me parece patético. No voy explicando miserias, aunque podría, pero puedo testificar tranquilamente lo complicado que es, hoy en día, proponer pintura, además figurativa y sagrada, al sistema crítico, mercantil y mundano de las galerías, las subastas y los premios de arte contemporáneo. Paradójicamente, sin embargo, las cruces más pesadas son infligidas por todas esas comisiones diocesanas de arte sacro o por clientes individuales, entre obispos y sacerdotes modernistas “católicos”, que quieren encargar iconografías improbables para exaltar figuras nunca canonizadas o de dudosa santidad. Dejo de lado a los clérigos que ahora se han pasado completamente al aniconismo, es decir, al encargo de retablos en los que hay una ausencia total de la figura, castrando así la oración de los fieles y contraviniendo lo que fue sancionado por el segundo Concilio de Nicea.”

En 2013 Gasparro ganó el Concurso de la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos con su cuadro Casti Connubii, contra el aborto, inspirado en la encíclica del Papa Pío XI y que hoy está expuesto en Nueva York.

 

Comenta Gasparro al respecto:

Presenté Casti Connubii deliberadamente a la Comisión de la Cátedra de Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO, que propone un sistema de pensamiento alineado con el dominante, globalista, filantrópico, ecologista, sincretista en el plano religioso. Nunca pensé que ganaría el primer premio. No sé cuánto entendieron del sentido antiabortista subyacente a la obra. […] Como pintor vivo la urgencia y el deber moral de contribuir a la sensibilización de las conciencias. Si mi pintura se quedase en un plano puramente estético y decorativo, sería una baratija de mobiliario patética o una especie de complacencia intelectual autorreferencial”.

Antes de abordar la cuestión más de fondo de la importancia de la carnalidad:

El cuerpo humano es una de las más altas manifestaciones tangibles de la perfección de Dios. Para mí, como pintor, y lo he estudiado en el campo académico, incluso los secretos más ocultos a nivel volumétrico y funcional, con fines artísticos, se convierten en una herramienta para transmitir mensajes visuales. Se asumió erróneamente que la Iglesia habría censurado la representación del cuerpo humano, un elemento que inmediatamente consideró fundamental en las representaciones pictóricas y escultóricas porque “Verbum caro factum est, et habitávit in nobis: et vídimus glóriam ejus …” (Juan I, 1-14), “La Palabra se hizo carne” y esto legitimó la carnalidad o mejor, la adhesión al dato real, la imitación de lo natural y lo perceptible con los sentidos. Esto se debe a que la Iglesia siempre ha sabido, como enseña Santo Tomás de Aquino, metabolizando a Aristóteles, que el hombre tiene acceso al conocimiento a través de los sentidos corporales. El hombre no es un espíritu puro como los ángeles. Obviamente, esto no implica ni justifica una cierta decadencia sensual detectable en algunas derivaciones iconográficas del Renacimiento, rápidamente estigmatizadas por el Concilio de Trento o, peor aún, en las de algunas obras famosas de arte sacro contemporáneo, que aunque figurativas, han caído en trivialidades hasta el límite de lo pornográfico. Considérese el caso del fresco en la contrafachada de la catedral de Terni, encargado por Monseñor Paglia al pintor Ricardo Cinalli. Habiéndose Jesús, y por lo tanto Dios, encarnado en un Cuerpo real, el arte sacro debe indagar las verdades visibles, en el sentido aristotélico-tomista. En mi caso, la adhesión al dato real es instrumental en la transmisión de las verdades de la fe, situándome en continuidad con la tradición figurativa occidental, en primer lugar con la postridentina.”

Acabo este fulgurante descubrimiento con un lienzo que Gasparro ha titulado “Amoris laetitia. San Juan Bautista Giovanni Battista advierte de su adulterio a Herodes Antipas y Herodías:

 

Ya lo ven; al final Dostoievski va a tener razón: ¿quién puede permanecer indiferente ante estas imágenes?

Escriba un Comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>