Sexualidad adulta para niños y adolescencia para adultos

Me ha llamado la atención lo que escribe Nicole M. King en la revista estadounidense Salvo. King es editora de la revista trimestral del Howard Center, The Family in America: A Journal of Public Policy y plantea una contradicción, una más, del mundo en que vivimos. Por un lado tratamos a los niños como si fueran adultos en cuestiones de sexualidad (peor aún, como si fueran adultos con una sexualidad obsesiva y desquiciada), pero a los adultos los tratamos como niños incapaces de asumir sus responsabilidades. Lo dicho, un mundo que al «emanciparse» de Dios acaba negando lo natural y se desliza en un pozo de contradicciones.

King toma pie de lo sucedido durante un mitin electoral del candidato demócrata en las primarias de este año, Pete Buttigieg, durante el cual un niño de 9 años, Zachary Ro, se declaró homosexual ante toda la audiencia.

Escribe King al respecto que la sexualización de los niños en la sociedad americana moderna (y también en la española) es «verdaderamente inquietante» y se pregunta:

«¿Puede un niño de 9 años saber lo suficiente sobre sí mismo para declarar públicamente que sólo le atraen otros hombres? ¿Un niño de 9 años se siente «sexualmente atraído» por alguien, en la forma en que los adultos entienden el término? ¿Y qué sucede si, en unos pocos años, comienza a preguntarse si cometió un error, que no se «conoce a sí mismo» después de todo? ¿Con qué dificultades va a encontrarse si quiere rectificar? ¿Cómo lo tratarán sus amigos de la escuela mientras tanto?»

King denuncia que estamos imponiendo «ideas adultas de sexualidad» a los niños:

«Esto sucede de innumerables maneras hoy en día. Un ejemplo es la educación sexual exigida por el Estado, que es cada vez más gráfica y de temática adulta, y que enseña a los niños que cuestionar su sexualidad, o incluso decidir qué sexo tienen, es una parte normal del proceso de crecimiento. Otro ejemplo de nuestra sexualización de los niños es proporcionarles anticonceptivos: 21 estados permiten que a las niñas menores de edad se les implante un anticonceptivo de larga duración (generalmente un dispositivo intrauterino o DIU) sin el consentimiento de sus padres, y muchas escuelas también reparten anticonceptivos de otro tipo sin el conocimiento de los padres.

Decimos, por un lado, que el sexo es algo serio, que debemos tener cuidado, que el consentimiento es crucial, etc. Y sin embargo damos a los niños potentes medicamentos y dispositivos hormonales y también les damos información confusa, diciéndoles que pueden o no ser un niño o una niña, y que pueden o no sentirse atraídos por un sexo u otro. Todo es maleable.»

Así pues, si un niño de 9 años puede tomar decisiones de este tenor sobre su vida sexual, alguien de, por ejemplo, más de 20, podrá hacerlo incluso con mayor grado de responsabilidad… Pero es justo al contrario:

«Irónicamente, al mismo tiempo que impulsamos la identidad sexual y de género en los niños, también estamos viendo cada vez más adultos que se identifican como niños.

Un concepto popular hoy en día es el de «edad adulta emergente», lo que la profesora de psicología Nancy Darling llama «la etapa de la vida de los veinteañeros». En un artículo para Psychology Today, Darling escribe: «Aunque se puede argumentar que históricamente la transición de la infancia a las responsabilidades de adulto fue larga, desigual y confusa, ciertamente en los Estados Unidos de mediados de siglo estaba bastante claro: te convertías en adulto cuando (1) terminabas la escuela, (2) conseguías un trabajo, (3) te casabas, y (4) tenías hijos». Ya no. Ahora, el camino hacia la edad adulta está mucho menos claro. Ahora, después de la adolescencia, tenemos una fase llamada « edad adulta emergente», que se caracteriza por «experiencias diversas», «falta de compromisos a largo plazo», y «relaciones románticas y empleo inestables». Los estudiantes universitarios están tardando cada vez más en completar sus estudios, más adultos jóvenes están retrasando el matrimonio y los hijos, y un número cada vez mayor incluso se están mudando de nuevo a vivir con sus padres».

Un mundo de sitcom repleto de gags, ¿qué divertido, no? Pues resulta que no:

«Darling también señala: «Los adultos emergentes usan los servicios de salud mental con mayor intensidad que sus mayores. Tienen más trastornos de humor, mayor ansiedad y mayores tasas de consumo de drogas». Nuestro prolongado período de pre-edad adulta no nos hace más felices».

La conclusión de Nicole King me parece de un sentido común apabullante: «Es hora de volver a un mundo en el que los adultos son adultos y actúan como adultos, y dar un paso adelante para proteger el derecho de un niño a ser un niño».

Escriba un Comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>