Los anticonceptivos como contaminantes
Mucho se ha escrito sobre la píldora anticonceptiva, pero la Dra. Rebecca Oas acaba de publicar un estudio que aborda su impacto desde un punto de vista original (al menos para mí). La cuestión que plantea es la siguiente: ¿tiene un impacto medioambiental el consumo masivo de anticonceptivos?
Cuando se crea una nueva sustancia sintética el impacto de la misma en nuestro entorno pueden ser mucho mayores y a mayor escala de lo que inicialmente se preveía. Un ejemplo es el que da la Dra. Oas, el amianto, un aislante que actúa como ignífugo y que se empezó a producir a finales del siglo XIX, que más adelante se descubriuó que era cancerígeno. Otro ejemplo son las espumas de poliestireno, empleadas habitualmente para preparar embalajes y que se estima que tarda siglos en descomponerse, con el impacto medioambiental que eso implica.
En el caso de los contraceptivos orales, los ingredientes clave son hormonas sintéticas conocidas como progestinas, que imitan a la progesterona, tanto sola como combinada con estrógenos. Cuando estos contraceptivos son consumidos, estas hormonas sintéticas llegan al medio ambiente a través de la orina de quienes las han consumido. Su impacto en el sistema endocrino tanto de los seres humanos como de los animales que están expuestos a ellas es lo que ahora se está empezando a documentar en diversos estudios internacionales que han encontrado niveles elevados de hormonas sintéticas en el agua. Un estudio realizado en Francia, por ejemplo, ha encontrado que las progestinas son más resistentes que otros elementos farmacológicos a ser eliminados por los métodos actuales de potabilización del agua.
Varios estudios han analizado los efectos nocivos de estas hormonas en peces, estudiando de modo especial su reproducción. Otro estudio se ha centrado en los efectos de la exposición a la progestina Levonorgestrel (LNG) en la rana Xenopus tropicalis. Mientras que el sistema reproductivo del macho no parece verse alterado, los renacuajos hembra sufrían defectos importantes en el desarrollo de sus ovarios que las hacían estériles.
En vista de estos estudios, surge una pregunta: ¿para cuándo una campaña de Greenpeace ante esta nueva amenaza a nuestro medio ambiente?
