Crisis e impuestos: todo es más sencillo
En medio de tanta información económica como recibimos a diario acerca de la crisis corremos el riesgo de olvidar lo obvio. Se agradece pues cuando alguien nos lo recuerda.
Es lo que me ha ocurrido leyendo un artículo de Marco Respinti sobre el abismo fiscal estadounidense, en el que se desliza el siguiente comentario: el problema de fondo es la lógica de la administración pública. No gasta según los recursos que tiene o que calcula que tendrá, sino que por el contrario, el Estado decide a priori gastar una cifra y luego se lanza a buscar el modo de arrebatársela a los contribuyentes.
Sencillo. La administración de los recursos públicos en nuestros estados del bienestar socialdemócratas es justo lo contrario de la buena lógica y el sentido común propios de la administración doméstica. Se ignora la realidad, que en este caso son los recursos de los que se dispone, y se impone un nivel de gastos utópico que deciden unos políticos (iluminados, acobardados, complacientes, corruptos… de todo hay). Poco importa que no haya con que pagarlo, al instante se pone en marcha la tarea de extorsión del ciudadano, inventando mil y un impuestos para cuadrar el disparate. Y luego se extrañan de que la economía se resienta.
Por cierto, los impuestos, cuando siguen esta lógica, son sencillamente un robo. Por mucho que los refrenden los parlamentos.